Desde que tengo uso de razón he escuchado esa frase que dice “las apariencias engañan”, y con el transcurso de los años (aunque no tantos) me he dado cuenta de que esa frase la mayoría de las veces es acertada cuando la aplicamos. Básicamente, la frase hace alusión a esas personas que, antes de conocerlas, nos dan una impresión, ya sea porque nos la creamos con sólo verlas, o porque esas personas hacen que creamos tal o cual cosa de ellas con toda la intención.
Sin embargo, en muchos casos (en la mayoría de ellos diría yo), lo que creemos de esa persona con la primera impresión no suele ser lo que en realidad los representa, es decir, una persona que a primera vista te parece bondadosa y simpática, puede fácilmente resultar un ogro o una persona cruel o antipática.
Hablando específicamente de quienes se crean una imagen a consciencia, debemos tener cuidado siempre con las personas que vamos conociendo a lo largo de nuestra vida, porque a más de uno le gusta aparentar frente a muchos ser un tipo de persona y luego, frente a pocos, se quitan la máscara y muestran lo que en realidad son, dejándonos desencajados y sin saber cómo reaccionar.
Un ejemplo claro de esto es esa persona que en su entorno social amplio se muestra como alguien bueno, a quien le gusta compartir y trata bien a quienes le rodean, se hace ver como un “angelito del señor” cuando en realidad es todo un diablo y no para de hacerle la vida imposible a los más cercanos.
Lamentablemente esto sólo crea un círculo vicioso de malos tratos, de desconfianza y de resentimientos de parte y parte, pero todo esto no es culpa de las personas que terminan siendo víctimas de este hipócrita, por lo tanto, no deberían pagar los platos rotos. Muchas veces aguantamos a personas así sólo por compromiso (y muchos por conveniencia), pero siempre existe ese deseo desaforado de salir huyendo y alejarse lo más posible (y por el mayor tiempo posible) del ogro en cuestión.
Como recomendación personal te puedo decir que nunca, pero nunca de los nuncas, te dejes “montar la pata” por nadie, no permitas que tu talento, ideas, gustos o incluso simples observaciones, sean silenciadas por un ogro que frente a muchos se muestra como la persona más dulce, pero frente a ti se muestra como lo que es en realidad, haciéndote pasar malos ratos y haciendo que te arrugues del mal humor que te hace agarrar.
En fin, ¡sacúdetelo! No dejes que se te acerque, en la medida de lo posible, háblale claro y sigue tu camino. Y por otro lado, si eres tú el ogro, piénsalo, no creo que sea muy agradable saber que muchos se decepcionan de ti cuando se dan cuenta de quién eres en realidad, deja la hipocresía y deja vivir a los demás, total, al final a nadie (o a casi nadie) le importa realmente lo que haces o dejas de hacer.
@Karla_IsabelR / Karla Isabel Rodríguez.