Es una de las más rutilantes estrellas de la música pop de ahora mismo, aún cuando sus discos más vendidos son de hace ya más de dos décadas. Pero Lenny Kravitz tiene un magnetismo que le proporciona acomodo en películas tan taquilleras como «Los juegos del hambre» y es capaz de dar convincente nuevo lustre a una vieja fórmula (rock de raíces eminentemente clásicas, guitarras poderosas y bases rítmicas bailables aderezadas con un característico punto de «glamour» marca de la casa) que sigue dando buenos resultados. Así queda de manifiesto en «Strut», un álbum sólido, sugerente y consistente, que revela que su autor se encuentra en plena forma.
Kravitz cumplió medio siglo el año pasado, y han pasado también más de veinticinco años desde la edición de su primer álbum, «Let love rule» (1989). Un momento oportuno, tal vez, para echar la vista atrás y hacer balance de lo hecho hasta ahora: «No, qué va… yo solamente miro hacia adelante; no estoy más que empezando, soy un hombre joven, un chaval al que le quedan un montón de cosas que hacer y que aprender… si quieres, contesto a esa pregunta dentro de por lo menos otros veinticinco años. Aunque la verdad es que espero que para entonces siga teniendo un poco esa misma sensación de seguir aprendiendo».
– ¿Qué hay, entonces, de nuevo en «Strut» con respecto a otros álbumes?
– Creo que todos los discos son diferentes; supongo que es inevitable que haya elementos comunes, porque soy yo quien los hace, pero yo también voy cambiando en cada momento. Este disco es lo que hace Lenny Kravitz ahora, que es diferente de lo que ha hecho en cualquiera de sus discos anteriores. Estoy muy contento con el álbum, creo que es un disco fácil de oír, pero también que tiene bastante recorrido. No se agota en la primera escucha.
– Desde luego, sí se mantiene en el disco un sonido eminentemente clásico, casi añejo…
– Es el sonido que me gusta; me parece muy bien que la tecnología nos ofrezca nuevas posibilidades, pero, mientras pueda permitírmelo, seguiré usando equipos analógicos.
– ¿Cómo lleva, entonces, los cambios que ha traído la tecnología al negocio de la música?
– Me parece fantástico. Ha hecho que todo sea mucho más fácil y accesible para los grupos que empiezan. Ahora cualquiera puede hacer música e incluso grabar discos solamente con un ordenador.
– ¿No cree que, al mismo tiempo, la tecnología ha banalizado la forma en la que las nuevas generaciones se acercan a la música?
– No lo sé… mi hija y sus colegas aprecian la música de un modo muy parecido al de mi generación. Valoran el concepto de álbum, e incluso les gusta comprar discos de vinilo… pero sí, quizá ellos sean una minoría.
– Otra constante que se repite también en este disco es que usted toca prácticamente todos los instrumentos.
– Sí. Me gusta reproducir en el disco exactamente lo que tengo en la cabeza, y la mejor manera de conseguir eso es tocándolo yo todo.
– Pero no echará de menos eso cuando actúa en directo…
– No, claro. Cuando estoy con mi banda no espero escuchar una ejecución lo más parecida posible a la mía, sino que espero la interpretación personal que cada músico hace de su parte. El trabajo en el estudio y las actuaciones en directo son dos cosas muy diferentes y ambas muy satisfactorias cada una a su manera.
– ¿Qué supone para usted salir de nuevo de gira?
– Me encanta. Es la celebración de las canciones. Cuando las tocas para el público adquieren otra dimensión que antes no tenían.
– ¿Sigue poniéndose algo nervioso antes de tocar?
– No, qué va… hay excitación, claro, pero hace mucho que no me pongo nervioso por tocar en directo.
Fuente [Abc.es]