Que en pleno siglo XXI aún en Venezuela se debata sobre el Socialismo o Capitalismo, con concepciones de principio del siglo pasado, demuestra la inmadurez política de la sociedad venezolana. Desde hace más de 50 años ya es arduo conocido en el mundo entero que ninguna de estas propuestas clásicas sirven por si solas, lo único que funciona es un producto hibrido entre ambas, donde la economía sea sustentada por una economía de mercado con reglas clara del juego, con una institucionalidad profesional y un gobierno con énfasis en lo social, al darse esta triada los resultados son naciones como Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia, Suiza, Holanda, entre otras, donde la calidad de vida de sus habitantes parece ser un cuento de hadas. El Socialismo ha demostrado ser igual o peor que su contraparte, solo ha servido para atornillar elites políticas en el poder a un muy alto costo social, donde los habitantes de estos países Socialistas están acosados por un fuerte militarismo en sus vidas, con restricciones de libertades de pensamiento, de expresión, con limitaciones de libertades económica a fin que la población día a día se encuentre más dependiente de las “ayudas” gubernamentales, haciéndolos débiles, manipulables, temerosos.
El Capitalismo de principios del siglo XX fue monstruoso, solo veía a los hombres y mujeres como mercancías, maquinas de carne y hueso que solo debían producir, explotándoles al máximo con sueldos miserables, sin ningún tipo de beneficios de los que conocemos hoy, quienes ya no podían trabajar, por razones de salud, por incapacidad u accidente laboral, sencillamente estaban condenados a morir de hambre. Así pues, se abren paso nuevas y diversas propuestas en el plano ideológico, como por ejemplo la socialdemocracia, que es un hibrido entre estas dos corrientes la cual ha generado los resultados más aceptables en el planeta. El socialismo europeo y el suramericano que hoy se enarbola y rinde frutos de gracia no es más que esa concepción socialdemócrata de guiar al Estado.
Es lamentable que en Venezuela el tema ideológico sea abordado tan primariamente y que, por bombardeo mediático, sea el que ocupe las primeras páginas de nuestra atención existiendo otras realidades a las que urge no solo esa atención sino acciones inmediatas, al fin de cuenta, el venezolano no le interesa saber cómo etiquetar la conducción económica del Estado, solo quiere tener empleos dignos, sueldos con alta capacidad adquisitiva y de ahorro, que le sea respetada su libertad de trabajar y producir, no le interesa saber qué pensamiento tienen los productores, solo quiere conseguir los alimentos y demás productos que necesite, sin escasez, sin racionamiento, a precios accesibles, sin que la inflación lo empobrezca diariamente.
Al venezolano no le interesa que un gobernante sea de derecha o izquierda, solo quiere servicios públicos eficientes ¡seguridad! y respuestas oportunas a sus requerimientos. La diatriba ideológica de hoy es solo una fachada que trata de desviar la atención de la Venezuela de hoy, improductiva, insegura, costosísima, caotizada. Basta observar al ciudadano de los países denominados del primer mundo, lejos de medieval y retrograda idolatría a sus gobernantes los ven como lo que son, empleados públicos a los cuales deben exigir resultados, sin excusas valederas, mucho menos cuentos ni verborreas prefabricadas de derechas o izquierdas trasnochadas, eso les ha deparado un país con servicios públicos de eficiencia y calidad, inseguridad prácticamente cero, sueldos y salarios que les alcanza para adquirir vivienda, autos, viajar y ahorrar, entre otros infinitos privilegios ¡no es cuento de hadas, es la realidad de ellos! La democracia civil, del pueblo para el mismo pueblo, no es la que falla, fallan son los hombres que las conducen, en manos del pueblo está escoger bien a sus gobernantes, exigirles calidad de vida y desechar (por los mecanismos establecidos) aquellos gobernantes que solo saben hablar y hablar, excusándose. Venezuela no necesita continuar desperdiciando tiempo ni recursos irrecuperables en planteamientos pueriles de modelos Socialistas o Capitalistas, Venezuela solo necesita madurar políticamente para obtener gobernantes que sepan aprovechar las inconmensurables bondades del país más rico del mundo que ha sufrido los embates más ásperos de la mentalidad más pobre del mundo
Eduardo Rothe
Esta nota fue publicada originalmente en Aporrea.org