Menos mal que están ahí los cirujanos para arreglar lo que con nuestra torpeza, descuidos o simple mala suerte nosotros destrozamos.
Que se lo digan a James Byrne, quien estaba dedicándose a la carpintería cuando un desgraciado accidente terminó con su pulgar seccionado de su lugar acostumbrado. El dedo no quedó en un estado que permitiera reimplantarlo así que la solución pasó por echar mano de lo más parecido: un pulgar, pero del pie del propio accidentado.
El amigo Byrne quizá haya perdido algo de gracilidad al bailar por la ausencia del pulgar de su pie izquierdo, pero con un poco de rehabilitación casi mantiene la misma habilidad manual que antes del accidente de carpintería.
James Byrne trabaja como pavimentador y operador de planta y no podría continuar realizando con efectividad su trabajo sin el pulgar de la mano izquierda de manera que la sugerencia de los cirujanos de implantarle en la mano uno de los dedos de su pie le va a permitir continuar llevando una vida normal.
La operación fue un completo éxito aunque todavía no puede mover el dedo con naturalidad. Puede rotarlo pero todavía no puede doblarlo ni apretar con él para realizar el movimiento habitual de pinza, pero es algo que deberá trabajar para conseguir con rehabilitación. Tendrá que volver a pasar por el quirófano para que le retiren la sujección que une los huesos del dedo a la mano, pero por lo demás el dedo se ha instalado sin mayores problemas en su nuevo emplazamiento.
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