Las rayas de las cebras no aparecieron para confundir a los leones, sino para protegerse de otros animales igualmente peligrosos: los insectos. Es la conclusión a la que llegan investigadores de la Universidad de California en Davis (EE.UU.) tras analizar de manera sistemática por primera vez las distintas hipótesis que se han propuesto para explicar las rayas de las cebras.
«Las regiones donde los tábanos y las moscas tse-tse están activos se corresponden bien con la distribución geográfica de los équidos con rayas», escriben los investigadores en la revista Nature Communications, donde presentaron ayer sus resultados. Estos insectos, argumentan, pueden chupar sangre de los équidos y transmitirles infecciones, lo que reduce su fertilidad y aumenta su mortalidad. Pero las rayas actúan como repelente de insectos, que prefieren posarse sobre superficies de un solo color, preferentemente oscuro.
La investigación ha analizado la distribución geográfica de las siete especies existentes de équidos salvajes, que incluyen a cebras, asnos y caballos. Se ha examinado cuáles de ellas tienen rayas, de qué grosor y en qué partes del cuerpo. Se ha obtenido así un mapa de la distribución geográfica de los distintos tipos de rayas de las cebras. Finalmente, se ha analizado cuáles de las cinco grandes hipótesis sobre las rayas de las cebras pueden explicar este mapa.
La idea de que las rayas sirven para camuflarse entre la vegetación ha quedado descartada ya que no hay ninguna relación entre la distribución geográfica de las rayas de los équidos y los hábitats boscosos. Se ha eliminado también que las rayas ayuden a regular la temperatura corporal favoreciendo la circulación de aire por convección junto a la piel. Tanto cebras como caballos y asnos viven en latitudes de calor extremo y buscan la sombra por igual.
No hay pruebas del efecto en los leones
Tampoco se mantiene la idea de que las rayas cumplan una función social, ya que los distintos tipos de organización social de los équidos y el tamaño de las manadas es independiente de si tienen rayas o no. En cuanto a la hipótesis más popular, que propone que las rayas confunden a leones y otros grandes depredadores, también se ha revelado inconsistente. Esta hipótesis se basa en que a un león tal vez le cueste evaluar el tamaño o la velocidad de una cebra dentro de una manada al galope, lo que lo puede llevar a no calcular bien su último salto al lanzar un ataque. Pero en realidad los leones atacan por igual y con el mismo éxito a cebras en manadas grandes y pequeñas. Además, no hay relación entre la distribución geográfica de las rayas en los équidos y de las poblaciones de carnívoros.
La única hipótesis que resiste todos los análisis es la de los insectos. Se ha observado una relación estrecha entre la actividad de los tábanos en las distintas regiones de África y Asia y los patrones de rayas en la cabeza, el cuello, el lomo, la grupa y las piernas de los équidos. Asimismo, hay una relación estrecha entre la presencia de moscas tsetsé y el número de rayas en la tripa.
Los investigadores recuerdan que, en Estados Unidos, una vaca puede perder hasta medio litro de sangre diario por picaduras de tábano y que, las terneras ganan unos cinco kilos más al mes cuando se tratan los establos con insecticidas. Varios experimentos han observado además que los tábanos y las moscas tsetsé evitan posarse sobre superficies rayadas con un fuerte contraste. «Es posible que las rayas aporten otros beneficios a las cebras, como confundir a las hienas», informa por correo electrónico Tim Caro, primer autor de la investigación. Es habitual, en la historia evolución, que un rasgo que aparece por un motivo se recicle para una función distinta. Pero «nuestros resultados indican que los insectos son el motor de la evolución de las rayas en los équidos».
[Fuente: lavanguardia.com]