Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cumplen esta semana 50 años de fundadas y se consolidan como la guerrilla más antigua del hemisferio. Tras 19 meses de haber iniciado un proceso de paz con el gobierno en Cuba, el grupo avista la posibilidad de dejar atrás la lucha armada «para siempre».
Desde que se iniciaron los diálogos en La Habana a finales de 2012, las voces a favor y en contra de la negociación han sido una constante. Mientras unos aseguran que la iniciativa se debe a la derrota que estarían sufriendo las FARC, otros concentran sus opiniones en el cambio de mentalidad del grupo, indicó DPA.
Desde noviembre de 2012, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos ha logrado un avance «histórico» en su intento por darle fin al conflicto armado interno.
Las partes han llegado a acuerdos en tres de los cinco puntos pactados referentes al desarrollo agrario integral, participación en política de los guerrilleros que se desmovilicen y solución al problema del narcotráfico.
Ese último punto es considerado como crucial debido a la injerencia que por más de dos décadas ha tenido el tráfico de drogas en las finanzas de las FARC.
Pese al relativo optimismo por el avance de los diálogos, analistas como el director de la Fundación Arco Iris, Fernando Hernández, creen que «definitivamente la paz no llegará con la firma del acuerdo».
Hernández considera que «indudablemente ese camino que se ha emprendido ahora hay que continuarlo para que finalice la confrontación armada y sean entonces abordados otros problemas como la pobreza, la miseria y la injusticia social», dificultades que son admitidas por el gobierno y que generaron la violencia en el país.
Tras 25 ciclos de negociación, las partes han recorrido más de la mitad del camino y aunque solo dos puntos están pendientes, lo que se avecina no es tarea fácil debido a que en los próximos meses se deberán definir las responsabilidades del conflicto, así como los compromisos de las partes con las víctimas y la desintegración de la estructura guerrillera.
Además, el resultado de las elecciones presidenciales del domingo pasado, en las que ganó por escaso margen el candidato opositor Óscar Iván Zuluaga sobre Santos y cuya diferencia obligó a convocar a una segunda vuelta el próximo 15 de junio, generó un ambiente de incertidumbre.
Mientras Santos asegura que para llegar a un acuerdo final con las FARC debe ser reelegido para el periodo 2014-2018, Zuluaga no duda en advertir que si es presidente suspenderá los diálogos si la guerrilla no cumple una serie de condiciones, entre la que está una tregua unilateral definitiva.
Las declaraciones del candidato del partido de derecha radical Centro Democrático, que es liderado por el ex presidente Álvaro Uribe (2002-2010), principal opositor al proceso de paz, hacen que el analista Alejo Vargas considere que sólo hay tres caminos: «entrar en un congelador, terminar o avanzar».
Vargas cree que la oposición al diálogo, evidenciada en los 3,7 millones de votantes (el 29,26 por ciento) que apoyaron a Zuluaga, será «un gran impedimento para conseguir la paz» y es una muestra de que «el mundo urbano» se opone a la solución de la guerra que aqueja desde hace medio siglo «al mundo rural».
Para el politólogo y coordinador del observatorio de la Fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila, un acuerdo de paz está completamente ligado a la continuidad de Santos en el poder, lo que a su vez depende de las alianzas que el presidente-candidato logre.
«Si gana Santos yo creo que el proceso de paz se firma sobre noviembre o diciembre» porque la negociación se está dando con unas FARC «que llegan perdiendo la guerra» y están «convencidas de que hay que firmar la paz», afirma.
Entretanto, la lucha en las selvas y montes de Colombia persiste como hasta el momento en medio de las conversaciones y la insistencia de las FARC en hacer un alto el fuego bilateral, propuesta que es rechazada por el gobierno debido a que podría significar el fortalecimiento de la guerrilla.
[Fuente: eluniversal.com]