Esta corriente nutricional que se basa principalmente en una correcta combinación de alimentos, previene enfermedades y tiene cada vez más seguidores en Chile.
1.- Compatibilidad de alimentos
El higienismo se basa en la compatibilidad de nutrientes. Hay alimentos que pueden ser combinados y otros no. Una mezcla inadecuada provoca “putrefacción” en el aparato digestivo y la buena combinación desarrolla fermentación óptima para fa-bricación de sangre pura.
Por ejemplo, jamás habría que mezclar una fruta dulce con una ácida. Sólo se puede juntar una ácida con una semiácida.
2.- ¿Fruta o hamburguesa?
“Comer un kiwi con un plátano para el cuerpo es peor que una hamburguesa”. Así explica el líder de esta tendencia en Chile, Mauricio Esteban, lo que genera una mala mezcla.
Comer ensaladas de frutas produce un caos en el aparato digestivo por la variedad de alimentos, dice.
3.- Alimentos y comestibles
Para esta tendencia el ser humano ingiere dos grupos de productos: los alimentos y los comestibles. Los primeros son productos naturales y los otros pueden ser naturales, no obstante son tratados por una serie de prácticas como freír, cocer, recocer, recalentar, refinar, conservar mediante aditivos, colorantes y estabilizantes, lo cual los hace perder todos sus componentes nutritivos.
4.- Ni sal ni azúcar
El azúcar, para el higienismo es un elemento nocivo pues provocaría perturbaciones digestivas, diabetes, entre otras. La única fuente de azúcar son las frutas y la miel.
La sal, por su parte, tendría un alto grado de incidencia en las enfermedades degenerativas.
5.- Salud a toda prueba
“Llevo 30 años sin enfermarme, sin conta-giarme, es imposible que me enferme”, dice Mauricio Esteban. Los higienistas tampoco consumen café ni té y en la medida de lo posible, no toman fármacos ni medicamentos naturales. Además, tampoco carne ya que “cuando el cuerpo está limpio, produce sus propias proteínas”, aseguran.
6.- ¿De qué forma comer?
Al comer los higienistas deben hacerlo de cierta manera. Por ejemplo, comenzar con los alimentos más ácidos hasta llegar a los más dulces. De los más acuosos a los más densos. Primero, las frutas, luego las verduras y finalmente, el almidón, las proteínas o los lípidos.