La existencia de una red de influyentes pedófilos en el corazón de Westminster en los años setenta y ochenta es un secreto a voces en la vida británica. Las sospechas incluso han llegado a poner bajo la lupa a algunos políticos ilustres, como el recientemente fallecido Leon Brittan, que se fue con esa sombra difusa empañando su currículo de eficaz ministro de Margaret Thatcher.
Ahora, treinta años después de los hechos, parece Scotland Yardquiere llegar por fin al epicentro de una repugnante historia de abusos sexuales, fingimiento y represalias. El caso se reactivó el pasado noviembre, cuando una de las antiguas víctimas, hoy un hombre de mediana edad, ofreció a la policía detalles plausibles que llevaron a abrir la llamada «Operación Midland». El último paso ha sido el registro de la vivienda de Harvey Proctor, de 68 años, que fue parlamentario conservador entre 1979 y 1987. La policía cuenta con denuncias que aseguran que tres de los jóvenes fueron asesinatos por encargo de integrantes la trama.
Padre de cinco hijos y apartado en su día de la política por abusar de un menor, Proctor trabaja para el Duque y la Duquesa de Rutland y viven en las posesiones de su castillo de Belvoir, en el centro de Inglaterra. El palacio, que hoy es también museo en parte, alberga una importante colección de cuadros del maestro clasicistas francés Nicolás Poussin.
El ex diputado ha declarado a la BBC Radio que se siente víctima de «una situación kafkiana» y de la homofobia. Ha negado también toda relación con el conocido como «Anillo de Westminster»: «He llevado mi vida privada de una manera discreta. No quiero hablar de ella, y no porque esté avergonzado de ser homosexual, sino porque mi vida privada no importa un comino en relación a lo que hice por mis representados cuando estuve en política. Nunca fui a fiestas enDolphin Square ni en otro sitio. No soy parte de ese círculo con chicos de alquiler para miembros del gabinete, parlamentarios o militares».
Dolphin Square son unos impresionantes apartamentos en el barrio de Pimlico, cerca del Támesis y del Parlamento, en los que viven muchos diputados de fuera de Londres. Según los denunciantes, el círculo de Westminster funcionaba de manera muy organizada e incluso enviaba a chóferes a los colegios para recoger a los jóvenes, que eran sometidos a vejaciones sexuales en los apartamentos, en hoteles e incluso en otras localidades inglesas. El grupo, queorganizaba también orgías, actuaba con una gran sensación de impunidad, debido al poder de algunos de sus integrantes. Sus actividades se prolongaron durante dos décadas.
Una de las víctimas ha hecho declaraciones a la BBC bajo el seudónimo de Nick: «Durante nueve años controlaron mi vida. Eran gente muy poderosa y el miedo penetraba en todo lo que yo hacía». Los muchachos que no obedecían eran sometidos a castigos brutales, que pueden incluir tres asesinatos.
Harvey Proctor, que tras el registro podría ser interrogado a fondo por la policía, cree que se le está criminalizando por una condena como pedófilo en 1987 que considera injusta. El ex diputado mantuvo relaciones con un hombre de 19 años en el escándalo que lo apartó de la política. Él alega que hoy no sería delito, porque la edad de consentimiento legal para mantener relaciones homosexuales se ha bajado a 16.
Dossier perdido
A comienzos de los ochenta el diputado conservador Geoffrey Dickens comenzó a denunciar que en Westminster anidaba una red que movía pornografía infantil. Posteriormente, Dickens elaboró un informe de 40 páginas, donde destapaba abusos sexuales por parte de influyentes figuras del Parlamento, y se lo entregó en mano al entonces ministro del Interior, Leon Brittan, en una conversación que duró media hora. El dossier se perdió. Brittan siempre aseguró que lo pasó a sus subordinados de Interior siguiendo el protocolo habitual, y una investigación ya en este siglo le dio la razón. Pero lo cierto es que 114 documentos se extraviaron. El pasado verano, a petición del Partido Laborista, el Gobierno accedió a crear una comisión de investigación sobre aquel lodazal, denunciado reiteradamente en la prensa.
El escándalo de pedofilia en Westminster, en el lugar más señero de la política inglesa, coincide en el tiempo con la revelación de que Jimmy Savile, un presentador estrella de la BBC, inmensamente popular, era en realidad un violador en serie, que hasta abusaba impunemente de niños a los que visitaba en hospitales.
Fuente [Abc.es]