Un equipo internacional de científicos ha descubierto que dos de las plagas más devastadoras del mundo, la plaga de Justiniano y la peste negra, fueron causadas por cepas distintas del mismo patógeno. La primera se desvaneció por su cuenta y la segunda se propagó en todo el mundo y reapareció a finales de 1800. Estos hallazgos sugieren que una nueva cepa de peste podría surgir de nuevo en los seres humanos en el futuro.
«La investigación es a la vez fascinante y desconcertante, generando nuevas preguntas que necesitan ser exploradas, por ejemplo, ¿por qué esta pandemia, que mató a entre 50 y 100 millones de personas, se extinguió?», plantea Hendrik Poinar, profesor asociado y director del Centro de ADN Antiguo de la Universidad de McMaster, en Hamilton, Ontario, Canadá, e investigador en el Instituto de Investigación de Enfermedades Infecciosas Michael G. DeGroote.
Los resultados son dramáticos porque se sabe poco sobre el origen o la causa de la plaga de Justiniano, que ayudó a poner fin al Imperio Romano, y su relación con la peste negra, unos 800 años más tarde. Los científicos esperan que esto pueda conducir a una comprender mejor la dinámica de las enfermedades infecciosas modernas, incluyendo una forma de la plaga que sigue matando a miles de personas cada año.
La plaga de Justiniano se produjo en el siglo VI y se estima que mató a entre 30 y 50 millones de personas, casi la mitad de la población mundial que se extendía a través de Asia, Norte de África, Arabia y Europa. La peste negra o muerte negra atacó unos 800 años más tarde, con fuerza similar, terminando con la vida de 50 millones de europeos entre sólo 1347 y 1351.
Mediante el uso de métodos sofisticados, los investigadores de muchas universidades, incluyendo la McMaster, del Norte de Arizona, en Estados Unidos, y la de Sydney, en Australia, aislaron minúsculos fragmentos de ADN de 1.500 años de edad de los dientes de dos víctimas de la plaga de Justiniano, enterrados en Baviera, Alemania. Se trata de los genomas de patógenos más antiguos obtenidos hasta la fecha.
Mediante el uso de estos fragmentos cortos, los científicos reconstruyeron el genoma de ‘Yersinia pestis’, la bacteria responsable de la peste, y la compararon con una base de datos de los genomas de más de cien cepas contemporáneas. Los resultados, que se publican en la edición digital de ‘The Lancet Infectious Diseases’, muestran que la cepa responsable del brote Justiniano evolucionó hacia un callejón sin salida y es distinta a las cepas involucradas más tarde en la muerte y otras pandemias de peste posteriores.
La tercera pandemia, que se extendió desde Hong Kong en todo el mundo fue probablemente una descendiente de la cepa de la peste negra y, por lo tanto, tuvo mucho más éxito que la responsable de la Plaga de Justiniano. «Sabemos que la bacteria ‘Y. Pestis’ ha saltado de los roedores a los humanos a lo largo de la historia y reservorios de la peste en roedores todavía existen hoy en día en muchas partes del mundo», explica Dave Wagner, profesor asociado en el Centro de Genética y Genómica microbiana en la Universidad del Norte de Arizona.
«Podría ocurrir de nuevo»
«Si la plaga de Justiniano puede estallar en la población humana, causar una pandemia masiva y morir, sugiere que podría ocurrir de nuevo. Afortunadamente, ahora tenemos antibióticos que podrían utilizarse para tratar eficazmente la plaga, lo que disminuye las posibilidades de que otra pandemia humana se produzca a gran escala», tranquiliza.
Las muestras utilizadas en las investigaciones más recientes fueron tomadas de dos víctimas de la plaga de Justiniano, enterradas en una tumba en un pequeño cementerio en la ciudad alemana de Aschheim. Los científicos creen que las víctimas murieron en las últimas etapas de la epidemia cuando había alcanzado el sur de Baviera, probablemente en algún momento entre 541 y 543.
Los restos óseos dieron pistas importantes y plantearon más preguntas: los expertos ahora creen que la cepa Justiniano ‘Y. Pestis’ se originó en Asia, no en África, como se pensaba originalmente, pero no pudieron establecer un «reloj molecular» por lo que su evolución en la escala de tiempo sigue siendo difícil de alcanzar. Esto sugiere que las epidemias anteriores, como la plaga de Atenas (430 aC) y la Peste Antonina (165 -180 dC), también podrían ser emergencias separadas e independientes de cepas ‘Y. Pestis’ relacionadas en los seres humanos.
«Este estudio plantea preguntas intrigantes sobre por qué un agente patógeno que era a la vez tan exitoso y tan mortal desapareció. Una posibilidad comprobable es que las poblaciones humanas evolucionaron hasta llegar a ser menos susceptibles», dice Holmes. «Otra posibilidad es que los cambios en el clima lo hicieron menos adecuado para que la bacteria de la peste sobreviva en la naturaleza», agrega Wagner.
[Fuente: 20minutos.es]