Ioana Spangenberg, una rumana de 30 años, 1,70 metros y una cintura de sólo 40 centímetros, que alcanzó la fama como modelo ostentando la cintura más pequeña del mundo, reavivó el debate sobre el límite entre la delgadez como modelo de belleza o de enfermedad.
A pesar de que muchos especulan con que la mujer sufriría de una enfermedad de índole alimenticio, ella asegura que tiene un organismo acelerado que le hace quemar calorías constantemente y que ingiere tres grandes comidas al día en las que incluye pizzas, papas fritas y chocolates. "Tengo el estómago pequeño, si como demasiado me enfermo", declaró al diario The Sun.
Según The Sun, Ioana tuvo desde su nacimiento, un cuerpo normal, pero durante la adolescencia empezó a notar que su cintura no crecía. Spangenberg cuenta que cuando tenía 13 años jugaba a que sus amigos la rodearan completamente sólo con sus manos abiertas alrededor de su cintura.
Ioana siempre estuvo acomplejada de su cuerpo hasta el año 2006, cuando conoció a su actual marido, que la animó a ser modelo. Desde entonces, asegura que no se siente avergonzada, aunque dice que le gustaría engordar unos kilos.
El de Ioana no es el primer caso de delgadez extrema que suscita un debate. La modelo francesa Isabelle Caro, que pesaba 37 kilos y murió hace dos años, ya había generado revuelo en torno a las exigencias del mundo de la moda sobre el cuerpo de las modelos. Caro, con una altura de 1,65 metros, protagonizó una campaña que apareció en las calles de Italia en medio de la Semana de la Moda donde el objetivo era asustar con su cuerpo cadavérico.
La iniciativa apuntaba a concientizar al mundo sobre los efectos de la anorexia.