En uno de sus ya habituales golpes propagandísticos, la milicia islamista de Boko Haram declaraba este fin de semana un califato islámico en Gwoza, localidad del estado de Borno, al noreste de Nigeria,
«Gracias a Alá, nuestros hermanos han conseguido la victoria en Gwoza, que es ahora parte del califato islámico», aseguraba el líder del grupo armado, Abubabar Shekau, en una grabación difundida a los medios.
Ya a mediados de julio, el líder de la milicia islamista, quien continúa asomándose a las pantallas de televisiones y ordenadores nigerianos como imagen del terror, exigía bendiciones, sin paliativos, sobre las máximas figuras del yihadismo internacional. Todo ello, a pesar del debate interno existente entre estos grupos.
«Mis hermanos… que Alá os proteja», eran las loas equitativas que dibujaba Shekau en su declaración de 17 minutos sobre Ayman Al Zawahiri, Abu Bakr al Baghdadi y el Mullah Omar, las autoridades máximas de Al Qaida, el Estado Islámico (EI) y los talibanes afganos, respectivamente.
No obstante, el apoyo mostrado a todos estos grupos es paradójico, dada su «competencia». Por ejemplo, desde el pasado año, Al Qaida lucha por desvincularse de las prácticas del EI en Siria e Irak, donde la red terrorista respalda al Frente Al Nusra.
Pese a ello, los mayores guiños de los radicales de Boko Haram siempre han sido otorgados a la red original de Bin Laden. En 2012, el portavoz del grupo nigeriano reconocía la lealtad espiritual que esta milicia profesaba a Al Qaida (tan solo unos días después de pronunciar estas palabras, Abu Qaqa -seudónimo bajo el que caminan todos los representantes públicos del grupo-, era capturado por las autoridades nigerianas).
Entonces, el general Carter F. Ham, por aquel momento comandante al frente del mando de Estados Unidos para África (Africom), denunciaba que las tres máximas milicias islamistas que operaban en el continente africano -la somalí Al Shabab, la propia Boko Haram y Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI)- se encontraban intentando «coordinar esfuerzos».
Durante una conferencia en el Centro de Estudios Estratégicos de África, el militar estadounidense aseguró que, a pesar de que considera a Al Shabab el grupo más «peligroso», la principal amenaza podría venir de la actual relación entre Boko Haram y AQMI. Sobre todo, dado «el actual desvío de fondos, capacitación e intercambio de explosivos» entre ambas facciones.
Continúa el reguero de sangre
Y los lazos verbales (militares es ya otra historia) se han convertido en habituales desde entonces. Más aún, ante el peso logrado por Boko Haram en la región:
Solo en el periodo entre mayo de 2013 y marzo de este año, la milicia islamista se ha cobrado la vida de más de 3.000 personas, como denuncia el Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC). De igual modo, según cálculos de este periodista y teniendo en cuenta las cifras oficiales, desde el mediático secuestro el pasado 14 de abril de más de 200 jóvenes de un internado de la localidad de Chibok, en el estado norteño de Borno, cerca de un millar y medio de personas han sido aniquiladas a manos de los radicales nigerianos.
Fuente [Abc.es]