Este plato, el mejor ejemplo del mestizaje gastronómico, ha sufrido la inflación acumulada del 3.000% en los quince años de chavismo. Si hay algo que los venezolanos no perdonan es comerse una hallaca, aunque sea una sola, por Navidad. Pero el tradicional plato navideño corre el peligro de desaparecer y hacerse exclusivo de una minoría por la carestía de sus ingredientes, que lo alejan de la mesa de los sectores populares.
El coste de la hallaca ha sufrido la inflación acumulada de más del 3.000%, según la Cepal, en 15 años de chavismo, en los alimentos no regulados. En un solo año, el incremento ha sido de 30 a 75 bolívares por unidad (0,35 euros al cambio negro) hecha en casa, según los cálculos de esta corresponsal, mientras que en la calle cuesta 130 bolívares (0,61 euros).
Para los venezolanos resulta muy caro comer hallacas, la mayoría gana un salario mínimo de 4.900 bolívares (22,79 euros). Y si la situación empeora, como ya pronostican los expertos, las hallacas quedarán para el recuerdo de cuando eran felices y no lo sabían.
Su nombre viene de mezclar ingredientes «de allá y de acá» del Atlántico
La hallaca es el mejor ejemplo del mestizaje y la fusión gastronómica entre España y Venezuela. Su nombre viene de mezclar unos ingredientes de allá y otros de acá del océano Atlántico. Por eso hace unos 200 años, cuando se le preguntaba a sus inventores que le habían puesto al delicioso plato, explicaban simplemente: «Le puse algo de allá y algo de acá», de donde se deriva el nombre de la hallaca.
Durante la colonia española, los cocineros locales eran muy creativos. Hay que recordar que no había refrigeración en esta tierra tropical y para preservar los alimentos se usaba el aceite de oliva y el ahumado. La hallaca nace de un envoltorio de masa de maíz con un relleno de guiso de picadillo de carne de vaca, pollo y tocino, condimentado con pimentón, cebolla, pasas, aceitunas y alcaparras.
Hacer hallacas es toda una tradición familiar, un trabajo muy laborioso y tedioso porque requiere de muchas manos. En Venezuela las familias acostumbran a reunirse por Navidad para preparar las hallacas y es una ocasión para la tertulia, intercambiarse los últimos chismes y renovar los lazos afectivos. En una mesa se sientan unas seis personas: cada tiene una misión, que termina con el envoltorio en hojas de plátano ahumado.
Sin embargo, la continuidad de la tradición navideña es débil y vive su peor momento. En su desaparición conspiran factores de corrupción y malas políticas gubernamentales. Sectores agrícolas nacionales han alertado que van a reducir el 70% de su producción de maíz en 2015 porque el Gobierno venezolano ha copado los silos con el maíz importado y no tienen dónde colocar su producción.
Los importadores de maíz y otros cereales han desplazado a los productores nacionales. Pero, además, el Gobierno acosa al Grupo Polar-la única y principal empresa privada productora de la harina de maíz «Harina Pan»- para que le venda la empresa. Si esta fábrica cae en manos del Gobierno de Nicolás Maduro, entonces sí es verdad que van a desaparecer las hallacas y las arepas (tortillas) de la mesa de los venezolanos.
Fuente [Abc.es]