Desde que llegó Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos, el número de deportados ilegales aumentó en un 30%, alcanzando niveles históricos. Mientras que en la administración de su antecesor, George Bush, fueron ‘regresados’, cada año, 300 mil indocumentados, desde 2007 este número ascendió a 500 mil.
Los senadores republicanos dicen estar preocupados por el traspaso de la narcoviolencia hacia su país. Argumentan el peligro sobre la entrada de terroristas a través de la frontera mexicana, y aseguran que sería un retroceso si E.U fuese invadido nuevamente por indocumentados.
Por lo anterior, condicionaron la aprobación de la reforma migratoria –la cual legalizaría a once millones de ilegales–, a una mayor vigilancia de la frontera. Esto implicaría duplicar el número de agentes de la patrulla fronteriza, aumentandólo a 40 mil, la construcción de más de mil kilómetros de muro, y la utilización de la más alta tecnología para vigilancia, como drones y aviones no tripulados.
El senador republicano y ex candidato a la presidencia, John McCain, advirtió que de aprobarse la iniciativa, la frontera mexicana sería, tras la caída del Muro de Berlín en 1989, la más militarizada del mundo.
Según la Fundación Nacional para la política estadounidense (NFAP), en el 2012 se registraron 447 muertes en la frontera, un récord histórico. Si bien la legalización de once millones de indocumentados significaría un aumento en la calidad de vida de estas personas, los nuevos migrantes serán aún más vulnerables, tanto por la militarización en la frontera, como por el peligro que conlleva el trayecto a través de México –abuso de autoridad y crimen organizado.
Aparentemente, a pesar de la sobrevigilancia, siempre habrán personas dispuestas a cambiar sus vidas, o a intentarlo, cruzando la frontera. Y es que tal vez no hay muro capáz de detener el llamado a la dignidad.
Fuente: Pijamasurf.com