10 de abril de 1912. El RMS Titanic, uno de los trasatlánticos que formaba parte del trío de navíos de clase Olympic y el barco de pasajeros más grande y lujoso del mundo, zarpaba con 2 mil 224 personas de Southampton, Inglaterra, rumbo a Nueva York, Estados Unidos.
14 de abril de 1912. Luego de cuatro días de viaje en aparente normalidad, a las 23:40 horas ocurrió un suceso que más tarde se convertiría en una de las mayores tragedias de la humanidad. El Titanic impactó contra un gran iceberg, accidente que provocó la abertura y rasgaduras de diversas placas del cuerpo del barco, lo que permitió la entrada de agua al mismo.
15 de abril de 1912. A la media noche, la tripulación estaba informada sobre el trágico suceso; diez minutos más tarde, comenzaron a enviarse diversos mensajes de ayuda y auxilio, pero de poco sirvieron, pues tan sólo unos minutos después, el barco comenzó a sumergirse, quedando bajo el agua en su totalidad a las 2:20 de la mañana. El hundimiento cobró la vida de más de mil 500 personas.
Como indica the-titanic.com, varios pasajeros quedaron a la deriva en el océano, aferrándose tan sólo a simple salvavidas, mientras que los más afortunados, en su mayoría mujeres y niños, esperaban la ayuda en esos botes salvavidas que fueron escasos para salvaguardar la integridad de todos los viajantes.
Unos de esos afortunados fueron los hermanos Michel y Edmond Navratil, niños de escasos cuatro y dos años de edad respectivamente. Su historia sigue vigente y le sigue dando la vuelta al mundo a casi 100 años de este suceso que ha marcado a la humanidad.
Los padres de estos pequeños se habían separado en fechas recientes, por lo que ambos pasarían un par de días con su padre, quien de mala manera, decidió embarcarse en el trasatlántico con otro nombre y apellidos, pues buscaría una nueva vida al lado de sus hijos en territorio estadounidense sin que la madre lo supiera, indica dailymail.co.uk.
Este hombre jamás imaginó lo que sucedería aquella madrugada del 15 de abril de 1912, cuando tuvo que sacrificar su propia vida por la de sus pequeños, depositándolos en el último bote salvavidas que quedaba en la cubierta del Titanic, esperando a que pronto fueran rescatados y corrieran con mejor suerte que él.
Así fue como Michel y Edmond subieron al último bote salvavidas que horas más tarde, sería auxiliado por el Carpathia, en donde se refugiaron más de 700 sobrevivientes del hundimiento del Titanic.
Al momento de hacer el registro de los rescatados, resultó que los niños estaban solos, sin que nadie pudiera responder por ellos. Por si fuera poco, al ser originarios de Francia, el mayor no entendía inglés, por lo que resultó una tarea imposible comunicarse con ellos.
Margaret Hayes, una mujer que hablaba francés y que fue rescatada por el Carpathia, decidió hacerse cargo de los pequeños, mientras apareciera algún familiar que los reclamara, llevándolos a vivir con ella a su casa en "la gran manzana", publica garnetbird.hugpages.com.
Lola y Louis fueron los sobrenombres que se les dieron a los menores al no conocer ningún dato sobre ellos. La prensa se interesó mucho en la historia de estos dos pequeños que vinieron del mar y que parecían estar, en ese instante, solos en este mundo.
Los medios publicaron una serie de notas respecto a ellos, a quienes llamaron también como "los huérfanos del Titanic". Estos artículos le dieron la vuelta al mundo y fue así como un mes después, la madre, Marcelle Navratil, se trasladó al continente americano para recuperar a sus hijos, a quienes había dado por muertos.
Días después, la madre y los niños se reunieron y los tres regresaron a su casa, en Francia, a bordo del RMS Oceanic.
Michel se convirtió en un excelente profesor de filosofía y murió en enero de 2001, a los 92 años de edad. Muchos años después, cuando se le preguntó sobre la experiencia de ser uno de los sobrevivientes del Titanic dijo lo siguiente:
"Mi padre entró en la cabina donde dormíamos. Me visitó con mucho cariño y me abrazó. Sabía que iba a morir… Me pidió que le dijera a mi madre, cuando la viera, que la amaba demasiado y que hizo esto (huir en el Titanic) esperando que nos siguiera… No recuerdo haber tenido miedo, recuerdo la ilusión de ir en el bote salvavidas".
Por su parte, Edmond se dedicó a la arquitectura y durante la Segunda Guerra Mundial, se enroló en el ejército francés; fue capturado y enviado a un campo de concentración, del cual logró escapar. Por problemas de salud, murió en 1950, a los 43 años de edad.