Los niños no necesitan habilidades matemáticas para mirar dos grupos de puntos negros y decir en cuál hay más puntos, pero realizar esa tarea intuitiva refuerza sus capacidades matemáticas. De la misma forma que los atletas estiran y trotan antes de una competencia, practicar con números «podría considerarse un ejercicio de precalentamiento del cerebro para hacer cuentas», señala Melissa Libertus, especialista en función cognitiva de la University of Pittsburgh, en Pensilvania.
Los psicólogos saben desde hace años que los bebés nacen con «un sentido numérico aproximado», o ANS, por su nombre en inglés, que es la capacidad de estimar cantidades sin contar.
Pero los científicos ignoran cómo ese sentido numérico intuitivo está asociado e influye en las habilidades matemáticas.
El estudio publicado en la revista Cognition demuestra que «el ANS da lugar a un mejor rendimiento matemático», dijo el autor principal Daniel Hyde, de la University of Illinois.
Casi 100 alumnos de primer grado de Boston (varones y mujeres en la misma proporción) participaron de una serie de experimentos. Primero, los autores evaluaron si la capacidad de estimar cantidades estaba directamente asociada con las habilidades matemáticas.
Para eso, organizaron a los alumnos en cuatro grupos: cada grupo realizó cálculos y comparaciones de distintos objetos no numéricos.
Un grupo tenía que calcular la cantidad de puntos en dos conjuntos de puntos para decir cuál tenía más puntos. Otro grupo tenía que sumar conjuntos de puntos para decir si el conjunto final era más grande que los conjuntos individuales. Otros alumnos compararon líneas o niveles de brillo.
Los niños y las niñas que habían trabajado con los puntos negros realizaron sumas sencillas un 25 por ciento más rápido que los que habían trabajado con las líneas o los niveles de brillo.
En los problemas matemáticos más complejos, los que habían trabajado con los puntos negros obtuvieron 15 puntos más (o una calificación y media más alta) que los niños y las niñas que no habían trabajado con números.
«Lo más sorprendente fue que pudieron detectar un efecto con apenas unos pocos ejercicios cortos», comentó Ariel Starr, estudiante de doctorado de la Duke University, en Durham, Carolina del Norte, que no participó del estudio.
En un segundo ejercicio, con sólo 48 niños del grupo original, el equipo de Hyde intentó descartar la posibilidad de que los ejercicios de entrenamiento tuvieran un efecto positivo en cualquier otro test, no sólo matemático. De modo que los autores agregaron un test de lenguaje, además de aumentar la dificultad de los problemas matemáticos.
[Fuente: terra.com.pe]