Este tiene que ser el halago más incómodo que hemos escuchado desde que alguien nos dijo que seríamos guapos si no nos fallara la cara. La justicia británica se ha pronunciado finalmente en el caso por supuesta violación de patentes con el que Apple estaba apretando las tuercas a Samsung en Albión, y su veredicto es claro: el Galaxy Tab no es un clon descarado del iPad como argumentaban los de Cupertino, porque básicamente, "no es tan cool". En otras palabras, que no es tan guay. Que no mola.
Según el razonamiento del juez Colin Birss, la tableta de Samsung "no posee la misma simplicidad discreta y extrema" de los diseños de Jonathan Ive para Apple, difiriendo además en el tamaño y los detalles de la parte trasera de cada uno, así que aunque son similares, no se pueden considerar idénticas.
En palabras de Samsung (que ha ganado esta ronda, pero dudamos que quiera sacar pecho de tan vergonzante victoria), en caso de que Apple siga batallando en los juzgados basándose en "diseños tan genéricos", podría conseguir dañar la innovación de la industria, "limitando excesivamente las opciones al alcance del consumidor".
Ahora la pelota está en el tejado de Apple, que tiene 21 días para recurrir la sentencia y demostrar a la justicia que Samsung cruza la línea entre similar y Judas.