A medida que se acerca la fecha de las elecciones parlamentarias en Turquía, las apuestas van siendo más altas, y los jugadores han comenzado a mover ficha. El más destacado es el antiguo jefe de los servicios de inteligencia turcos (MIT), Hakan Fidan, quien a principios de este mes, tal y como exige la ley, renunció a su cargo para poder presentarse como candidato parlamentario.
A pesar de que nadie espera otra cosa que una nueva victoria holgada del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) de Recep Tayyip Erdogan, el resultado final determinará en gran medida los destinos del país. Si el actual partido gobernante logra más de dos tercios de los escaños parlamentarios (los necesarios para cambiar la constitución), Erdogan ha anunciado su intención de cambiar el sistema político a un modelo presidencialista «fuerte» liderado por él mismo. Un movimiento que muchos ven con preocupación, al considerarlo la culminación de la transición hacia el autoritarismo.
Las reservas no vienen solamente de la oposición. «Debe discutirse qué tipo de presidencia. No debe ser un sistema presidencial ‘a la turca’», declaró la semana pasada el ex presidente Abdullah Gül, quien pidió que se pongan en marcha «mecanismos efectivos de supervisión y equilibrio». Justo lo que quiere evitar Erdogan.
Y es que desde que éste anunció su intención de «usar todos los poderes constitucionales» a su alcance, en un sistema político, como el turco, en el que en teoría la verdadera figura ejecutiva es el Primer Ministro, muchos observadores previeron problemas. Incluso a pesar de la docilidad del actual ocupante del cargo, Ahmet Davutoglu, estos no han tardado en llegar. En enero, por ejemplo, Erdogan no dudó en dejar en evidencia a su primer ministro al criticar públicamente dos medidas anunciadas por éste en los días previos.
El espía de la discordia
Más serio aún parece el enfrentamiento a propósito de la dimisión del jefe del espionaje turco, una medida a la que Erdogan se ha opuesto firmemente, pero que cuenta con el apoyo de Davutoglu. «No veo la candidatura de Hakan Fidan de forma positiva. Se lo he dicho al primer ministro, y lo digo alto y claro. Pero esa es una decisión del primer ministro y del gobierno», indicó el pasado 8 de febrero. «Tal vez [Fidan] está pensando en convertirse en candidato o algo más. O tal vez se le han prometido ciertas cosas, no lo sé. Pero le dije que no encuentro apropiada su salida del MIT», declaró.
«Hay quien sostiene que el puesto que aguarda a Fidan es el de ministro de Exteriores. Pero la cuestión, ahora, es si eso será suficiente para Fidan en este punto, dado que este cargo ha perdido todo su atractivo», escribe el comentarista político Semih Indiz. «Bajo el sistema actual Erdogan toma las decisiones, Davutoglu toma órdenes de él, y apenas hay alguna iniciativa que Mevlüt Çavusoglu pueda tomar como ministro de Exteriores. Sin embargo, algunos creen que el nombramiento de Fidan volvería a incrementar el perfil del puesto, lo que también le valdría a Erdogan, dado que él y Fidan ya han estado en la misma onda en muchos asuntos de política exterior en el pasado», opina.
«Fidan es mi confidente, es el guardián de mis secretos», proclamó recientemente Erdogan, que durante mucho tiempo consideró al primero como un hombre de su máxima confianza. Lo demuestran dos de las delicadas misiones que desempeñó antes de convertirse en el jefe del servicio secreto: ejerció de mensajero durante las conversaciones sobre el programa nuclear iraní, lo que le valió el apelativo de «el sherpa nuclear»; y fue el responsable de iniciar las negociaciones con la guerrilla kurda del PKK que condujeron al actual proceso de paz.
Erdogan, de hecho, necesita desesperadamente que dicho proceso llegue a buen puerto, puesto que, de no lograr los escaños necesarios, podría requerir del apoyo de los diputados kurdos para imponer el cambio hacia el presidencialismo. El presidente turco contaba con Fidan para supervisar el proceso en marcha, por lo que se ha tomado su renuncia como una verdadera traición.
«Conoce los trapos sucios»
«¿Quién sabe qué clase de información tiene Hakan Fidan sobre el AKP? Tiene una buena baza. Conoce todos los trapos sucios», declaró la semana pasada el líder de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, secretario general del secularista Partido Republicano Popular (CHP). «Sabe qué ministros cobraron sobornos y se lo dijeron al primer ministro de entonces. Y Erdogan lo ocultó», aseguró.
«Es la voluntad del jefe del MIT la que ha prevalecido, y él es el que tiene aquí la iniciativa, antes que el presidente o el primer ministro», dijo Kiliçdaroglu. «Ni Erdogan ni Davutoglu pueden oponerse a su candidatura, porque supondría un alto precio para ellos», afirmó.
Algunos observadores consideran que Davutoglu estaría tratando de atraerse al carismático Fidan –definido por un columnista turco como «el primer jefe del MIT que no huye de las cámaras», y cuya popularidad se disparó tras lograr la liberación de los rehenes turcos capturados por el Estado Islámico en Mosul el año pasado- para apuntalar su propia posición. Existen dudas, sin embargo, sobre qué postura final adoptará el ex espía.
«Hay mucha incertidumbre en el seno del AKP sobre lo que traerá el futuro. Si los planes de liderazgo de Erdogan se cumplen, entonces la tarea del AKP se vuelve simple: el partido se convierte en el sello de goma de las decisiones de Erdogan en el parlamento, y sus diputados se pueden tumbar y disfrutar de los privilegios de su cargo», indica Indiz. «Pero si no se cumple el sueño de Erdogan, entonces las cosas se complican bastante. La presencia de Fidan en el tablero, como otro rey, lo hará aún más», asegura. El propio Erdogan no parece tener mucha confianza en la lealtad de su antiguo protegido, tal y como apuntan sus palabras: «Seguiré en esta lucha, incluso si tengo que caminar solo».
Fuente [Abc.es]