Hablar de la izquierda es remontarnos a las luchas sociales por la reivindicación de las clases y sectores apartados de los beneficios de la sociedad mayoritaria y dominante. En el s.XIX se trataba de proletariado en plena revolución industrial, y buena parte del s.XX también obedeció a esta premisa, con el auge del capitalismo de mercados financieros. Nadie pretende afirmar que el capitalismo ha cedido espacio completamente o que no lo ha hecho ¿Pero de qué se trata la lucha de la izquierda hoy día? ¿Cómo podemos entender a una izquierda existente en la sociedad globalizada? “Un fantasma recorre Europa” o quizás ¿“Un fantasma recorre al orbe”? Los mercados financieros han creado una gran burbuja –es cierto- pero Venezuela es un país privilegiado “donde sea nace una mata de mango” decía mi abuelo. Y así es. Podemos encontrar muchas bondades en este suelo patrio; entre ellas que nuestra economía es relativamente sencilla (en cuanto a estructura) y muy lucrativa (en tanto que devengamos renta petrolera a buen precio, por los momentos).
El hoy fallecido ideólogo y militante de la izquierda Domingo Alberto Rangel, en su libro “Hacia un Socialismo para el Siglo XXI” habla de la acción corruptora del poder en la izquierda. Cita el ejemplo soviético que “se vino abajo sin una lágrima” y cómo el modelo chino “se ha pervertido de manera tan completa que es casi una mezcla de burdel con buhonería”. Ni hablar de lo que opinaba del modelo venezolano, cuando señala que “en ningún país cabe ya un socialismo de jefe infalible, partido único, sociedad mediatizada y terror policial”. Domingo Alberto –evidentemente- no era chavista, pero tampoco entraba en lo que conocemos como La Oposición. Y si soy justa y coherente, debo señalar que en muchas cosas discrepo con el profesor Rangel, pero lo que sí apoyo es que la salida contempla un movimiento social, “un movimiento, no importa que sea pequeño, pero dotado de la lucidez, la agilidad y la audacia suficiente, puede convertir alguna vicisitud que estremezca a una sociedad subdesarrollada en intentona seria para captura de poder (…) dedicar –con paciencia- muchos años a la tarea de educar a sus afiliados en el manejo de la teoría política, de entrenarlos en el trabajo de masas, de aguzar sus instintos políticos para ubicar y cultivar las fuerzas sociales que serán decisivas(…)” Si bien el Profesor Rangel seguía creyendo en una izquierda que se mantuviera al margen del juego democrático –quizás por la costumbre de quien tenía más de 60 años en lucha y vio corrompida a su generación- lo cierto es que se trata de un movimiento social. Yo añadiría que socio-político.
Adentrándome en lo que quiero señalar, veo en el legado de las luchas sociales del siglo XX un camino para repasar desde la nueva izquierda; hay que comprender sus aciertos y sus desatinos. Muchos de ellos ideológicos –por extremistas y dogmáticos- y otros por exceso de pragmatismo –cuando bebieron de las mieles del poder-. Una nueva generación de izquierda trasnacional y mediatizada –en el sentido del aprovechamiento de los medios de comunicación democratizados como internet; no sólo es necesaria, sino que es urgente. Pero no como reencarnaciones de viejas escuelas que creen que por usar twitter y Facebook están en las nuevas generaciones. Sino por la comprensión de la dinámica mundial y de que la lucha es obligatoria con las reglas del juego en el desenmascaro de las contradicciones de los nuevos sistemas de producción y en la creación de una sociedad multipolar sin botas ni fusil. Si un logro tuvo la izquierda fue la preeminencia de los derechos humanos, la apertura educativa, la exigencia –extendida- de la responsabilidad social –que no es una dádiva de las empresas, es una obligación y, sobre todo, que tenemos voz en los medios 2.0 sin censura de los poderes económicos. ¿Qué vamos a hacer con las nuevas herramientas? ¿Cómo podemos organizarnos en una sociedad como la actual? ¿Qué papel cumplen los partidos de izquierda? ¿Qué papel protagónico en la contraloría social? ¿Cómo vamos a hacernos escuchar en la elaboración de políticas públicas? ¿Qué generación formada en economía, política, filosofía e historia tenemos para hacer síntesis del proceso antagónico en la comprensión de la multidimensionalidad del hombre y las interrelaciones hipercomplejas de nuestra sociedad actual?
La izquierda democrática actual tiene mucho pendiente, y tiene una deuda importante que saldar: los logros a nivel formal deben cumplirse en la práctica y deben actualizarse. Basta de conformarnos con las palabras bonitas o los discursos incendiarios. El reto es ser parte del juego y exigir el cumplimiento por parte de los actores políticos que dicen apoyarnos y abrazarnos. Eso si, que no me digan “Yo soy de izquierda” ni me pinten estrellitas rojas. Eficiencia y responsabilidad en obras con, para, por y desde el Pueblo.
Por Nancy Arellano / @nancyarellano