Una semana antes de las elecciones, muy preocupado advertí públicamente que era «muy importante NO descartar el fraude: es una posibilidad cierta. Pero ello no justifica la abstención, más bien es todo lo contrario». Quise enfrentar al mismo tiempo el excesivo triunfalismo ante un gobierno delincuente y la absurda posición de algunos radicales que proponían como alternativa la abstención, lo cual abonaba a favor del fraude. Pero también la intención era que se tomarán medidas preventivas y seguramente fueron tomadas.
A pocas horas de concluir el proceso, no descarto otros análisis: mi buen amigo Kico Bautista señala que «perdimos por nosotros mismos. Nos mató la abstención y los venezolanos que se fueron del país en estos últimos meses. También la reingeniería electoral, la estrategia del gobierno funcionó. Perdimos 3 millones de votos: entre los cambios de última hora, el lío de las tarjetas con los nombres de candidatos y la generación de un cuadro de escepticismo generalizado se nos fue la victoria…».
Quizás, aun no tenemos los elementos para cantar fraude y habrá que esperar el análisis detallado de las actas pero evidentemente el resultado no es creíble. Luce imposible que un gobierno que tiene más de 80% de rechazo, responsable de la espantosa crisis que sufre la población, obtenga el 54% de los votos. Y mucho menos con los niveles de participación que anuncia el desacreditado CNE. «Esa no existe», diríamos en criollo. Un colosal fraude es entonces «una posibilidad cierta» hoy y así lo comunique oportunamente -al menos dos meses antes de las elecciones- a conocidos dirigentes de la unidad democrática.
Decía entonces: «si hay un momento para que el gobierno se tire un fraude es éste… Y debemos prepararnos para ello. Aun teniendo las actas que demuestren nuestra victoria, tenemos un país sumido en la impunidad ¿Qué hacemos si mañana dicen que ganaron 15 gobernaciones? ¿A dónde vamos con las actas? ¿Al CNE, al TSJ o a la ANC? Seguramente, la fraudulenta constituyente cubana va a convalidar esta nueva estafa y juramentará a los gobernadores chimbos. Los radicales que ayudaron al gobierno promoviendo la abstención dirán que tenían razón, saltarán los oportunistas a culpar a la MUD y a descalificar a nuestro propio liderazgo.
El gobierno jugará a que estalle la oposición y en ese escenario, convocan a las municipales y hasta las presidenciales. La dictadura dinamitará la ruta electoral y en tales circunstancias ¿cómo decimos al país que debemos que participar?». Este recordatorio no es para decir «yo lo dije» sino para que el país entienda que no fuimos ingenuamente a estas elecciones sino obligados a mantener la vía democrática, aun a sabiendas de los riesgos. Al margen de la vocación delictiva del régimen, esa es nuestra mejor alternativa y la menos doloroso para el país.
Ciertamente, el gobierno con un fraude estaría cerrado los cauces para una salida electoral y propiciando otras vías como la violencia, donde obviamente tiene todas las ventajas. O quizás el indeseable golpe militar comience a sonreírles ahora, en un país que se queda sin alternativas. Tampoco el gobierno podrá evitar que la gente vea con simpatía una intervención internacional –militar o no- lo cual pudiera convertirse en «una posibilidad cierta» por la obcecada postura del régimen.
Ahora se incrementa la amenaza de un estado forajido a la paz y cada día será más evidente la necesidad de actuar. Se cierran unas vías y se abren otras. ¡Ya veremos! A todo evento, hay que esperar la revisión minuciosa de los resultados, acta por acta. Y si efectivamente se tomaron las medidas preventivas que antes aludía, estaremos en posibilidad de demostrar de forma inequívoca y contundente el fraude. Y por supuesto, con antelación habremos activado mecanismos para actuar efectivamente en el plano nacional e internacional.
En fin, el fraude tampoco beneficia en nada al gobierno y más bien tiene un alto costo político. El desconocimiento de los resultados -dentro y fuera del país- sólo agudizará la crisis política y demuestra su incapacidad para superarla por vía democrática. Este golpe al Estado de Derecho sólo confirma al mundo el talante autocrático del régimen y su disposición criminal. Por ahora. lo único seguro es que la crisis económica y social avanzará «a paso de vencedores», este gobierno irresponsable empuja al país a un colapso.
Estamos muy cerca del abismo… El país simplemente se hace inviable. En este cuadro pavoroso, ratificó mi confianza en la unidad opositora y el pueblo venezolano. Rendirse no está planteado, estamos muy lejos de sentirnos derrotados, simplemente hemos entrado en una nueva etapa de lucha contra una dictadura agonizante que prolonga el sufrimiento del país. ¡Que no crea el gobierno que pondrá de rodillas a un país de libertadores! Viva Venezuela….
Por Richard Casanova (*)
Twitter: @RichCasanova
(*) Dirigente progresista / Vicepresidente ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.