El papa Francisco considera que «por mantener un sistema económico, que ya no se aguanta, descartamos a toda una generación» y denuncia que «las grandes economías mundiales sacrifican al hombre a los pies del ídolo dinero».
En una entrevista concedida al diario español «La Vanguardia», el pontífice afirma que en el centro de todo sistema económico debe estar el hombre y la mujer y, en cambio, «nosotros hemos puesto el dinero en el centro, al dios dinero».
«Hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero», por el que se llega a descartar a los jóvenes, con una desocupación creciente, y a los ancianos porque «ya no producen», dice el papa.
El papa Francisco alerta de los peligros de «una globalización mal entendida que anula las diferencias», frente a una globalización bien entendida que genere riqueza: «Todos unidos pero cada cuál conservando su particularidad, su riqueza, su identidad, y esto no se da».
En este sentido, afirma que «la pobreza y la humildad están en el centro del Evangelio, y lo digo en un sentido teológico, no sociológico» porque hay que «distinguir la pobreza del pauperismo», mientras cree que «Jesús quiere que los obispos no seamos príncipes, sino servidores» y dice que «servir a la gente me sale de dentro».
El pontífice argentino añade que «la dimensión de párroco es la que más muestra mi vocación» y pone como ejemplo que aún «apago la luz para no gastar mucha plata», pero advierte que «también me siento papa» y que «jugar al papa párroco sería inmaduro», por lo que «mis colaboradores son muy serios y profesionales» lo que ayuda «a cumplir con mi deber».
«No soy ningún iluminado», agrega también el obispo de Roma, que asevera que «no tengo ningún proyecto personal que me traje debajo del brazo, simplemente porque nunca pensé que me iban a dejar acá, en el Vaticano».
Admite el Papa que tiene «problemas con el protocolo» y que ha roto diversas veces las normas de seguridad porque en un papamóvil cerrado «no puedo saludar a un pueblo y decirle lo que quiero dentro de una lata de sardinas, aunque sea de cristal. Para mí eso es un muro».
«Es verdad que algo puede pasarme, pero seamos realistas, a mi edad no tengo mucho que perder», estima el pontífice.
Concluye el obispo de Roma que no ha pensado cómo le gustaría ser recordado por la historia, si bien le gusta cuando se recuerda a alguien y dicen de él: «Era un buen tipo, hizo lo que pudo, no fue tan malo. Con eso me conformo».
Fuente [Lavoz.com.ar]