La ciencia ha tenido que esperar más de 15 años y destapar varios fraudes académicos para adaptar la técnica de clonación animal a los humanos. Un avance histórico llevado a cabo por científicos norteamericanos de la Universidad de Oregón, pero que no ha estado exento de detractores. Su principal temor es que se abra la puerta a la clonación entre humanos. Una amenaza “técnicamente factible, pero económica y legalmente inviable”, explica José Antonio López Guerrero, director de Cultura Científica del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y uno de los divulgadores más activos de nuestro país. Las especies animales que se han logrado clonar hasta el momento se elevan a once.
Ian Wilmut, el padre de la oveja Dolly, abandonó la investigación con la técnica de clonación que han desarrollado ahora los científicos norteamericanos en favor de un sistema alternativo que “puede ser socialmente más aceptable”. Una decisión a la que acompañó en 2007 de su devolución de la licencia para clonar embriones humanos que le concedieron las autoridades británicas ya en 2005.
Según el portal web Elconfidencial.com , la clonación de Dolly, que marcó el pistoletazo de salida de la carrera científica con las células madre, se logró duplicando los genes del animal mediante la denominada transferencia celular nuclear. El mismo método, pero adaptado a humanos, ha permitido reprogramar células de la piel para convertirlas en células madre.
Junto a Wilmut, numerosos laboratorios y líderes mundiales en este campo de investigación modificaron el planteamiento de sus investigaciones para adoptar el propuesto por el premio Nobel de Medicina Shinya Yamanaka, mediante el que no se necesitan utilizar embriones. Y es que las llamadas células madre pluripotentes inducidas descubiertas por Yamanaka –coloquialmente conocidas como células adultas– se pueden obtener de la médula ósea, el cordón umbilical o la grasa, y poseen la capacidad de convertirse en cualquier tipo celular especializado.
Un experimento que no sería lícito en varios países
Para López Guerrero, los cuestionamientos bioéticos no están justificados porque en la técnica desarrollada por los norteamericanos «no se produce ningún tipo de fecundación”. Otro de los argumentos de peso que pone sobre la mesa el biólogo es que “no se trabaja con embriones como tal, pues los que se obtienen mediante la transferencia nuclear son diferentes a los normales, tanto
Las legislaciones nacionales vigentes en la mayoría de países también juegan a favor de la protección embrionaria para evitar la clonación humana y, en este caso, “la investigación norteamericana es completamente lícita”, según los dictámenes de la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida, añade López Guerrero. Además, la ley española es totalmente taxativa en cuanto a la inmediata destrucción de los embriones u óvulos obtenidos mediante clonación. En cambio, si atendemos a la legislación francesa, esta misma investigación estadounidense no tendría encaje legal porque la experimentación con embriones está prohibida.
César Nombela, investigador de microbiología y rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), se inclina más por la legislación francesa que por la española, pues “existen otras alternativas para la clonación terapéutica en las que no es necesario el uso de embriones”, como es el caso de las células adultas descubiertas por Yamanaka. Una técnica que, según Nombela, tiene más posibilidades que las ofrecidas por la investigación norteamericana.
El rector de la UIMP manifiesta serias dudas sobre el hecho de que se pueda controlar a todo aquel que, tras este avance científico, “se plantee transferir los embriones clonados al útero de la mujer para la gestación”. Una posibilidad que lo lleva a creer que la puerta a la clonación humana se ha abierto definitivamente, a pesar de que está tipificada como crimen contra la humanidad en varios países.
Alternativas sin necesidad de clonar embriones
La presidenta del Comité de Bioética de España, María Teresa López, manifiesta “a título individual” esta misma preocupación porque los resultados de la investigación de la Universidad de Oregón “equivalen a realizar clonaciones, lo que podría ser el inicio de una clonación humana”, advierte.
Uno de los miembros del equipo de científicos que desarrolló la investigación, Dan Dorsa, ha salido al paso de las acusaciones insistiendo en que “a pesar de que nuestra técnica está enfocada a la clonación de células madre para uso terapéutico, este mismo método no nos permitiría, a priori, realizar con éxito clonaciones humanas”. Unas explicaciones que, según López, refuerzan sus tesis: “El que ellos digan que esto no es para clonar seres humanos significa que su investigación, en este momento, no está orientada a ello, pero se abre una puerta. Por lo tanto, en mi opinión, creo que no es aceptable”.
Las funciones del Comité de Bioética son meramente consultivas, y los posicionamientos individuales de cada uno de sus miembros no siempre son coincidentes. La clonación humana es una de las cuestiones sobre las que existen unas líneas rojas que sus expertos no están dispuestos a traspasar, a pesar de lo que tienen previsto discutir en breve sobre esta cuestión y emitir un informe con sus conclusiones. “La investigación tiene que estar al servicio de algo, y en muchas ocasiones esas investigaciones lo que hacen es situar la investigación en un objetivo en sí mismo, y eso es lo que no me parece éticamente razonable. Por lo tanto, habría que desarrollar más las otras vías de investigación que están en marcha y podrían sustituir a estas”, sentencia López matizando siempre que se trata de su opinión personal.
Unos resultados terapéuticos cuestionables
Gádor Joya, médico pediatra y portavoz de la plataforma Derecho a Vivir, también defiende la vía de investigación alternativa iniciada por el japonés Yamanaka: “La comunidad científica debería centrar sus miras en avanzar con las células madre adultas en lugar de seguir destinando esfuerzos al desarrollo de células madre embrionarias, porque la obtención de las primeras no tiene
En opinión de la portavoz de Derecho a Vivir, con las células madre embrionarias «se han dado muchas esperanzas a muchos pacientes y luego no han servido para nada» y, en este experimento en cuestión, «no se puede deducir que a partir de ahora vayan a empezar a curarse». Por otra parte, Profesionales Por la Ética ha denunciado que hay «mucha publicidad y ninguna ética en la obtención de células madre embrionarias mediante clonación», incidiendo en que «después de más de una década investigando», este tipo de células «no han obtenido resultado terapéutico alguno» mientras que las células madre adultas sí.
Para la secretaria general de la organización, Teresa García-Noblejas, no tiene ningún sentido apostar por células madre embrionarias porque “no son rentables, no obtienen resultados terapéuticos e implican la destrucción de embriones humanos convertidos en cobayas de laboratorio para satisfacer la vanidad de algunos científicos y obtener recursos públicos mediante financiación».