Cualquiera puede convertirse en fotógrafo con tan sólo tomar una cámara, apuntar con la lente hacia algo en específico y apretar el obturador; sin embargo, para ser un buen fotógrafo en realidad se requieren de muchas otras tantas cosas que quizá, sólo algunas personas tienen.
El arte de fotografiar requiere, en gran cantidad, de una sensibilidad muy especial que permita observar más allá de lo que nuestros ojos ven de primera intención, es encontrarle el ángulo diferente a las cosas cotidianas y mostrarlas de una manera distinta, que logren sorprender a cualquiera y que muestren, a esos objetos, de una forma distinta.
Dicen que la experiencia es también uno de los mejores aliados para hacer una buena fotografía, aunque la realidad nos dice que, nada está escrito y no siempre tiene que ser así. Hay quienes sin pensarlo y sólo por el gusto de ponerse a capturar imágenes de todo lo que se encuentren a su paso, se convierten en maestros anónimos de la lente.
Esa es la historia de Sam Kaye, un pequeño de tan sólo 12 años de edad que ha revolucionado el mundo de la fotografía con sus espectaculares imágenes, con la que ha dado otra cara al reino animal.
Kaye es un joven inglés que recientemente fue galardonado por la Real Sociedad Fotográfica del Reino Unido, distinción que, de manera regular, se le otorga a hombres sumamente experimentados con la cámara y que han sido capaces de retratar cosas y situaciones que van más allá de lo normal.
Sam se volvió fanático de la fotografía desde que tenía seis años de edad y le encanta capturar imágenes de todo aquello que tiene que ver con la naturaleza y sobre todo, con los animales.
El año pasado viajó con su familia de vacaciones a Sudáfrica; los Kaye decidieron ir en uno de esos días de safari, en donde Sam aprovechó para hacer una serie de fotos en los que se pueden apreciar escenas de la vida de la fauna característica del lugar. Los primeros planos están compuestos por hipopótamos, elefantes, leones, zorros y aves, cuyas características y belleza quedan perfectamente plasmadas en las fotografías tomadas por este niño.
A su regreso, Sam tuvo la idea de enviar a la Real Sociedad Fotográfica un paquete con 10 de esas fotografías y así, tratar de obtener el reconocimiento de esta organización fundada en 1853, quienes al conocer que una de sus distinciones había caído en manos de un niño, se mostraron más que sorprendidos.
"Es un gran logro para alguien tan joven; hemos recibido el trabajo de cientos de personas experimentadas en el mundo de la fotografía y cuyo trabajo está lejos del nivel requerido y sin embargo, Sam reunió todo lo necesario para adquirirlo", señaló Stuart Blake, miembro de dicho organismo.
Por su parte, Sam comentó que estaba muy sorprendido de haber obtenido el premio y que esto le sirve de inspiración para seguir tomando fotos y con ello, conseguir el trabajo de sus sueños, el cual sería viajar por todo el mundo para seguir fotografiando escenas de la vida silvestre.