Empresas privadas venezolanas compraron mercadería a empresas privadas de la Zona Libre de Colón (ZLC). En un país normal, las deudas comerciales impagas se resuelven en acuerdos de refinanciamiento provenientes de términos legales.
Si un comprador no paga en los plazos convenidos, el acreedor podría interponer demandas judiciales. Sin embargo, el Gobierno venezolano ha adoptado decisiones de tipo político sobre esta deuda, la que globalmente se estima en $1,472 millones, unos $600 millones a los empresarios de ZLC y el resto en compras simuladas.
El Gobierno tiene el control monopólico de la asignación de moneda extranjera por el cuello de botella que ha implantado a través de organismos burocráticos. Las empresas privadas están obligadas a entregarle cada dólar, cada euro, generados por sus ventas en el exterior, para luego revendérselos a cuentagotas mediante subastas públicas.
El Estado es dueño y señor del sistema económico que estrangula el país. Decide el precio de microondas y estufas. Fija los porcentajes de utilidades de las empresas privadas. Pero la verdad se está abriendo paso en el escándalo de la ZLC. Según el gerente de la zona franca, Leopoldo Benedetti, una red delictiva de empresas del gobierno de Nicolás Maduro simuló importaciones por $937 millones. La Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), el Banco Central de Venezuela y el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera (Seniat) organizaron la tramitación de falsas compras en la ZLC para aprobar la entrega de los dólares.
En la repartija madurista participaron el Banco Central, que entrega los dólares, y la Aduana, que informó sobre una mercadería que nunca salió de la ZLC. La revelación de Benedetti estalla como una bomba sobre el pecho de Maduro. Si en Venezuela existiera justicia independiente, se podría llegar a conocer la relación de altos cargos estatales, incluyendo el Ejecutivo, que ha recibido algo de los $937 millones. Este dinero se multiplicaría por diez veces si cambiaran los dólares oficiales en el mercado negro.
La corrupción del gobierno chavista está presente en todo: en transacciones comerciales y en la administración de recursos estatales derivados de las exportaciones del petróleo, de acuerdo con denuncias constantes de la oposición venezolana. El control de las divisas y de todo el aparato económico ha puesto en manos de los gobernantes la oportunidad de efectuar especulaciones fantásticas.
La estafa de la ZLC es un botón de muestra del enriquecimiento desaforado de políticos del más alto nivel. Esto explica la bancarrota financiera del país. La inflación supera el 56%. Las inmoralidades internas se desvían acusando a la oposición y a gobiernos extranjeros de los desfalcos que ellos mismos perpetran.
Venezuela está cayendo en picada, lo demuestran los indicadores económicos divulgados por el diario El País de Madrid. El déficit fiscal es del 11.5%. La cotización del dólar en el mercado negro multiplica 13 veces el valor oficial del bolívar. La producción petrolera ha descendido al 18%. Se racionan compras de harina, pollo, leche, huevos, papel higiénico. Los médicos marchan por las calles porque no hay medicamentos. Las amas de casa golpean las cacerolas, mientras los jerarcas de la burocracia chavista se llenan los bolsillos.
[Fuente: panamaamerica.com]