Algunas mujeres se comportan con su pareja como las gallinas con sus polluelos: comprensivas, a veces agobiantes o entrometidas, no son capaces de “cortar el cordón umbilical”. A la vez inquietas, protectoras y controladoras, asumen un papel que puede tener sus riesgos. Mimarle cuando está enfermo o apoyarle cuando tiene problemas es lo normal; hacer constantemente de madre está totalmente desaconsejado. A continuación te ofrecemos el análisis de un comportamiento no tan inofensivo y te damos nuestros consejos para que volváis a haceros mismos en pareja, ¡esta vez en versión para adultos!
Cuando llega la cigüeña
Has sido mamá y ahí estás mimando a tu bebé, a tu hijo mayor y… a tu chico. “Ante el nacimiento de un hijo, las mujeres tienden a proyectar su instinto materno hacia el entorno, empezando por su pareja”, explica la Dra. Marie-Claude Gavard. Es inevitable, la maternidad aumenta el instinto maternal que se extiende, a veces, a todos los miembros de la familia. Adoptas el papel de jefa de la manada, de la que depende el preciado equilibrio familiar dentro de la cueva. De ese modo, acabas cobijando a todos bajo tu ala y, sin darte realmente cuenta, empiezas a perder el interés por tu chico (como hombre, se entiende).
El riesgo: ¡el peligro de convertirte en Mamá Gallina incluso con tu pareja! “Dejas de ver a tu hombre como adulto y como amante”, explica la médica psiquiatra. Ante esta situación, puede sentirse rechazado, tratado como un niño y, probablemente, poco atractivo. Necesitará así comprobar que es un hombre adulto capaz de despertar deseo… ¡siempre y cuando sea contigo!
Nuestros consejos: eres la madre de sus hijos, seguro que maravillosa, y, sin duda alguna, estás haciendo lo que puedes. Sin embargo, después de dar a luz, está totalmente desaconsejado tratar a tu pareja como si fueras su madre. “Algunos signos no engañan”, insiste nuestra experta. Si te pregunta “¿cuándo vas a pedir cita para la peluquería?” o te propone que dejes a los niños con tus padres para pasar un fin de semana juntos ¡di que “sí” a todo! Lo único que tiene es ganas de recuperar a su mujer.
Actitud permisiva
Le preguntas a menudo cómo se encuentra, si ha comido bien, si está bien abrigado… Con toda tu buena intención, le das consejos (quizás un poco demasiado) como si fueras su tía abuela. “Puede que pienses que para protegerle tienes que comportarte con él como una abuelita, mimándole y dándole tu amor incondicional haga lo haga”, explica la Dra. Marie-Claude Gavard. No es raro que de madre e hija se transmitan confesiones del tipo: “los hombres son como niños”. Traducción: no hay que guardarles rencor. Resultado: si hacen “tonterías” (bueno, grandes meteduras de pata en lenguaje adulto) no pasa nada. Mamá te quiere, hagas lo que hagas.
El riesgo: “sin duda, tu lado maternal le tranquiliza, pero no olvides que un hombre adulto en pareja también necesita reafirmar su virilidad”, recuerda la psiquiatra. De vez en cuando, es necesario que sienta que no le dan todo hecho, un desafío narcisista que le permitirá reafirmar su identidad. De tanto mimarlo y arrullarlo, puede que tú también te quedes dormida… duérmete niño, duer… A la larga, vuestra relación irá a peor.
Nuestros consejos: haz que tu necesidad de cuidar de él cobre una forma más madura, como la ternura, que no afecte necesariamente al aspecto sexual de la relación. “Si está enfermo o si necesita apoyo cuando tiene problemas, tu presencia ‘maternal’ puede ser reconfortante, siempre que sea de manera puntual”, aconseja la médica psiquiatra. Por otra parte, en lugar de tratarle como a un niño y consentirle todo, prueba a enfrentarte a él: las discusiones también tienen un papel muy constructivo en la pareja.
Una madre entrometida
Sabes mejor que él lo que necesita y quizá te muestres muy crítica ante ciertos comportamientos. A veces, te metes demasiado en su vida dejándole muy poca autonomía. Como un crío, tiene que rendir cuentas cuando llega tarde y dar explicaciones de todo lo que hace. Actúas como si no confiaras en él y le regañas, un poco como una madre con su hijo. ¿Habrá pensado en felicitar a su hermano? ¿Y en contactar al profesor de clases particulares del mayor? “Cuidado, te estás comportando como una madre entrometida”, advierte la Dra. Marie-Claude Gavard.
El riesgo: controlar demasiado la vida del otro no deja que la relación fluya, porque uno de los ejerce una especie de poder sobre el otro. Esto excluye de antemano el concepto de igualdad y de autonomía en la pareja. Nuestra experta añade: “ante tu actitud, puede acabar sometiéndose como quizás haya hecho antes con una madre entrometida. A la larga, renegando de su identidad de hombre adulto, puede suceder que se deprima o bien que se rebele como un adolescente… ¡Sobre todo si no lo había hecho antes!
Nuestros consejos: eres extremadamente controladora con tu chico y, sin duda, también contigo misma. Esto provoca muchas tensiones en la relación. “Plantéate lo siguiente: ¿qué riesgo conlleva para ti dejar tu autonomía al otro?”, sugiere la médica psiquiatra. Saldrás ganando si le das tu confianza y si no pretendes encargarte tú de todo como si fueses la única capaz de asumir responsabilidades.
Cuando hacer de madre tiene sentido
A veces ocurre que en la pareja es el hombre el que asume el papel de hombre-niño, simplemente porque lo necesita. En el caso contrario, hablaríamos de las “mujeres-niñas”. Si esto sucede, el equilibrio de la pareja no se ve tan afectado. Lo importante es asegurarse de que ninguno de los dos sufra y de que no haya carencias. De todos modos, este tipo de relación consentida puede tener consecuencias para la pareja. El acuerdo tácito en el que se basan suele afectar a la libido e impiden el desarrollo de una sexualidad plena.
Fuente [Tendencias.yahoo.com]