Cuando la justicia es sustituida por la venganza, el Estado pasa de ser un organismo administrador y provisor de bienes colectivos a verdugo. El caso Simonovis evidencia como la nueva justicia revolucionara es profundamente vieja y reaccionaria, tan anacrónica que coloca al sistema judicial venezolano mucho antes de la aparición del Estado moderno, donde los principios de justicia y legalidad estaban directamente asociados a quien ejercía el poder, llámese Rey, jefe tribal, señor feudal o simplemente jefe de la pandilla. Tal cual como lo describió Ingo Müller, en su trabajo los Juristas del Horror, refiriéndose a la aplicación de la justicia en la Alemania Nazi, en nuestro país las leyes están siendo utilizadas para interpretar los designios de la cúpula gobernante y justificar cualquier decisión política más allá de los principios del derecho.
En 14 años, desde el poder, se ha ido promoviendo sistemáticamente un proceso de división social radical que lleva implícita la idea de que es imposible convivir bajo una misma patria pensamientos diferentes. Desde el momento en que Hugo Chávez llegó al poder se propuso como un elemento estratégico ideologizar a la población para perpetuarse en el poder, con los viejos dogmas de la lucha de clases, del Estado como dueño exclusivo de los medios de producción, supuestamente manejados por el pueblo, y de que todo aquel que no se pliegue al partido debe ser considerado un traidor a la patria y debe promoverse su persecución política y social.
Hasta ahora el chavismo, con o sin Chávez, ha seguido el guión del odio al pie de la letra, sólo en momentos de derrota se han comportado como humanos civilizados. Recuerdo el Chávez retornando del cautiverio en abril abrazando a Baduel y llorando apoyado en un crucifijo, para ganar tiempo, y así perseguir a todo aquel que consideró enemigo. Inclusive condenar a su gran aliado y salvador Baduel al encierro revolucionario, que es una antesala a una muerte humillante e inhumana.
El tema de Simonovis claramente dejó de ser un problema legal, al igual que el caso de la juez Afiuni, para convertirse en ejemplo de una vendetta personal. Si Caldera y el sistema judicial de la democracia representativa hubiesen tratado a los implicados en el intento de golpe de Estado del año 1992 como Chávez y su sistema judicial tratan a Simonovis, a la juez Afiuni y al resto de los presos políticos, les garantizo que nunca Hugo Chávez llegaba a ser presidente. Eso hace mucho más repudiable su conducta. El gobierno de Chávez es producto de la crisis ética, política y social de los últimos gobiernos de la democracia, agudizada por la caída de los precios de las materias primas a finales de los noventa, pero él llegó al gobierno en parte por la bondad y el humanitarismo del gobierno de Caldera y del sistema judicial del momento.
La explicación al porqué del gobierno del odio de Chávez, y desde diciembre, de Maduro no se encuentra en nuestra historia ni en las contradicciones sociales pre existentes, ello se debe a un consejo estratégico de los hermanos Castro, que de la mano de Ali Rodríguez, convencieron a Chávez que ese era el mejor camino para mantenerse en el poder. A Fidel le ha rendido muchos frutos personales usar el miedo y el odio como herramientas de control social bajo la excusa del enemigo externo, que a los cubanos se lo facilitaron los EEUU con la invasión a Bahía de Cochinos y con el bloqueo. Acá los confusos hechos de abril, donde desde mi opinión hubo varios golpes andando y por la torpeza de Carmona y los amos del Valle del país terminó triunfador el asociado a Chávez, le ha dado al gobierno la excusa perfecta para la radicalización del odio. El proyecto político de Chávez y sus herederos se sustenta más en abril del 2002 que en Bolívar o Zamora, y por ello estoy convencido que mientras estén mandando Simonovis está en la práctica condenado a muerte.
Momentáneamente el gobierno y sus aliados del odio puede parecer que están ganando, porque sus enemigos son aniquilados y ellos se mantienen en el poder, pero estoy absolutamente convencido que ese modelo es inviable en el mediano plazo. La justicia, aunque ciega, suele ser implacable con aquellos que la mancillan, además es paciente y tiene las manos muy largas.
Carlos Valero
@CarlosValero08