Un elemento clave en cualquier contienda política, deportiva, militar y de cualquier tipo es caracterizar en forma adecuada al adversario. Cuando no se tiene una clara visión de la naturaleza del oponente es muy poco probable que se comprendan las estrategias del mismo y peor aún que se pueda elaborar una estrategia adecuada y eficiente para enfrentarlos. Trataré de explicar cuáles son las distintas facciones que se mueven en el PSUV, su capacidad de articulación y la posibilidad que tienen de mantenerse en el largo plazo en el poder.
Dentro del PSUV están tratando de convivir por lo menos 7 grupos diferentes, de los cuales 3 tienen capacidad de mover la correlación de fuerzas internas. Estos grupos son: i) el madurismo; ii) la familia Chávez ; iii) el diosdadismo; iv) los pragmáticos; v) el grupo Francisco de Miranda; vi) los radicales y, vii) los ortodoxos. Por debajo de todos los grupos nos encontramos con una parte importante de la población, cercana al 30% que se definen seguidores de Chávez y sus ideas redistributivas y un porcentaje menor, que no llega al 5% de radicales de izquierda. La suma de todos los grupos, la base social, el petróleo con su correlativo control de las instituciones del Estado y las alianzas internacionales, definen en buena medida lo que Capriles denominó “los enchufados”. Por supuesto, existen muchos sub grupos y entre ellos se dan alianzas con un sector y con otro, como el caso de Bernal que un día es uña y sucio con Cabello y otro se deslinda y pacta con Nicolás y de JVR que se mueve entre los grupos prometiendo ser leal a todos.
Ahora bien, dentro de este amplio grupo de facciones, los únicos que tienen capacidad para cambiar la correlación de poder son los tres primeros. El Madurismo es un grupo político impulsado por Los Castro, cuya cabeza visible es Nicolás Maduro, pero la persona que decide y manda es Cilia Flores. La orientación ideológica del mismo es castro comunista, pero está atravesando un proceso de revisión en lo económico impulsado desde la Isla debido al rotundo fracaso que en ese ámbito ha tenido la revolución cubana, sólo que no tienen elementos técnicos ni visión de largo plazo para crear un modelo alternativo. Aplican con firmeza todos los mecanismos totalitarios de control social. La principal fortaleza de este grupo fue que el ex presidente, por consejos de los castro, designó a Nicolás como sucesor. Cuentan con toda la experiencia en inteligencia y prácticas autoritarias perfeccionadas por los Castro durante más de 50 años y con el intervencionismo cubano en todos los componentes esenciales del Estado, desde el Palacio de Miraflores hasta la industria petrolera.
El segundo grupo en poder e importancia es la familia del ex presidente Chávez, quien tiene como punta de lanza a Adán Chávez, al primo Asdrúbal Chávez en PDVSA y Jorge Arreaza en la vice presidencia. El poder del mismo emana en parte por el parentesco filial con el ex presidente pero más importante aún por los secretos que guardan sobre el tiempo de convalecencia de la enfermedad y por el riesgo que implica para cualquier otro grupo el que los Chávez lo acusen de traidores o de acabar con el legado del comandante.
El tercer lugar se encuentra el diosdadismo, grupo formado por militares que participaron en los intentos golpistas y que han acumulado durante 14 años de ejercicio del poder sin límites y en medio de una bonanza petrolera sin precedentes en la historia muchísimo poder económico e institucional. Es el grupo acusado por Mario Silva de “vampiros”. Cuentan las leyendas urbanas del oficialismo que después de los sucesos de abril de 2002, el presidente encargó a Cabello de fortalecer el patrimonio de la revolución para que en caso de ocurrir una crisis política que los sacara del poder tuvieran oxígeno financiero para aguantar la resistencia. Al parecer el señor terminó tomándole el gusto a los verdes.
El grupo de los pragmáticos lo lideran Ramírez y Merentes e intentan dar un poco de racionalidad al tema económico, aún cuando ellos son los principales ejecutores, junto a Giordani, quien lidera el grupo de los ortodoxos, del desastre económico y de haber quebrado al gobierno. Luego tenemos al grupo Francisco de Miranda liderado por Jaua y Erika Farías, conformado por jóvenes formados en las escuelas de formación de cuadro cubanos y que ocupan buena parte de la burocracia intermedia del gobierno, en los sitios que dejan libre los militares. Por último, tenemos el grupo de los radicales, conformado por organizaciones y personajes variopintos, desde Juan Barreto hasta el famoso Chino Carías, pasando por los colectivos y los grupos delincuenciales asociados al PSUV. La característica de estos grupos es la anarquía y la violencia, están profundamente divididos y en muchos casos enfrentados unos con otros. Los une el discurso radical de izquierda.
Como vemos el gobierno se encuentra mucho más dividido de lo que expresan sus voceros, lo cual no implica que se vaya a caer mañana o que un día encenderemos el televisor y veremos a Cabello disparando o insultando a Maduro. La lucha que allá adentro se desarrolla es más sofisticada de lo que aparenta e intentarán hacerla de bajo perfil hasta donde se pueda. Sin embargo, queda claro que es mucho más débil de lo que muestran los aviones Sukoi o los tanques rusos que exhiben en los desfiles militares. El talón de Aquiles de los enchufados está en la incapacidad de sostener un discurso ético. Ningún gobierno puede mantenerse sobre la base de conductas amorales generalizadas. Los videos y audios conocidos recientemente se asemejan a lo ocurrido en el Perú de Fujimori, así como el fraude cometido contra Toledo, que terminó sacándolo del poder.
Frente a los desmanes éticos, económicos e institucionales del gobierno, la oposición debe ir más allá de la denuncia y de la organización social –elementos claves para el triunfo-. El pueblo necesita expresar su indignación de forma colectiva. Si bien es cierto que el gobierno aprovecha cualquier llamado a la calle de la oposición para aumentar la polarización artificial, ello no debe impedir que se manifieste el descontento a través de actividades de calle. La ruta establecida por Capriles es clara: insistir en la denuncia de fraude y en el abuso de las instituciones, profundizar la vía electoral y acompañar la protesta social por la reivindicación de los derechos de los venezolanos. En la disciplina colectiva y la firmeza de cada uno de nosotros está la vía para superar el modelo del caos. Hay que actuar “sin prisa pero sin pausa” y en relación a la protesta recordar el refrán de mi abuelo, “ni tan calvo ni con dos pelucas”.
Carlos Valero
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