La historia suele ser cruel con los personajes que hacen de la manipulación y el engaño una política de Estado. La cúpula que gobierna el país desde hace tres quinquenios llegó al poder de la mano del desprestigio y la satanización del paquete de ajustes impulsado por Carlos Andrés Pérez. El golpe militar liderado por los comandantes del 4F, del cual Chávez se auto proclamó jefe, tenía como principales bases la moralización de la política, la lucha contra LA CORRUPCION y la inherencia desmedida del FMI. Los resultados del gobierno liderado por eso golpistas están a la vista, pobreza, corrupción, hipertrofia del Estado y ahora el FMI. En Venezuela tendremos que comenzar a hablar de los quince años perdidos. En criollo, tanto nadar para morir en la orilla, años satanizando el libre mercado, la iniciativa privada, destruyendo moralmente empresarios y empresas, para caer, atrapados y sin salida en manos de los consejos del FMI. En días pasado escuché a un oficial originario del 4F decir “las causas por las cuales nos alzamos hoy están multiplicadas por cien”
Durante más de una década, el boom petrolero ocultó para el venezolano de a pie las nefastas consecuencias de un modelo basado en el odio, la exclusión, la compra de aliados internacionales con oro negro y la destrucción del aparato productivo buscando una igualdad hacia abajo. En estos tiempos de paquete vale la pena citar a Miguel Rodríguez quien decía que tarde o temprano llegaba el momento del “juicio final”, cuando se acaba el festín y alguien deba pagar la cuenta. Como en el pasado, no hay sorpresas, será pagada por los pendejos. Maduro no tiene alternativa. O su gobierno se derrumba por la crisis económica ó intenta un ajuste neoliberal que eventualmente, puede permitirle superar la crisis económica y dedicarse a la agenda política.
CAP II enfrentó una crisis de expectativas porque su electorado esperaba que siguiera la fiesta que traía Lusinchi y devolviera la mega rumba de la gran Venezuela vivida en su primer gobierno. Nada de eso pasó. Con Maduro está ocurriendo exactamente lo mismo, la gente extraña cada día más la sensación de bienestar de Chávez. Para la inmensa mayoría del electorado del PSUV, el socialismo es redistribución y bienestar, no colas, altos precios y desabastecimiento. Además el fenómeno de la corrupción, puesto en agenda por los propios voceros del PSUV carcome las bases sociales del partido y la ostentación de poder y dinero de la burocracia resulta insultante ante todo el mundo. Cualquier funcionario medianamente importante dispone de motorizados que le apartan el tráfico y se trasladan en camionetas blindadas que nadie distinto a la rosca del poder puede adquirir. El Paquete de ajuste de Maduro es mucho más brutal que el de Pérez porque acá nadie habla de reestructurar el Estado, nadie debate el rol de empresas estatizadas deficitarias, el costo de la corrupción o los subsidios ideológicos del régimen. Este socialismo con sus hipótesis de guerra fría lo que hace es sacarle del bolsillo a la gente plata, vía inflación, devaluación y aumento de bienes y servicios para seguir alimentado una burocracia inmensamente grande y voraz.
El gobierno viene aplicando el ajuste desde hace tiempo. La restricción de divisas para el sector privado, las devaluaciones hechas y por hacer, ya que supuestamente se espera una famosa unificación cambiaria a 35 BF/$, al igual que el incremento en las tarifas del Ferry, los precios de los productos de la cesta básica y por supuesto, la joya de la corona: el aumento de la gasolina. El aparato de propaganda intenta hacer control de daño colocando nombres rimbombantes. Los impuestos son “revolución tributaria”, devaluación “ajuste del tipo de cambio” renegociación de la deuda es “reperfilarla” y el aumento de la gasolina será para “satisfacer las necesidades del pueblo”. Lo cierto es que Paquete es Paquete aunque lo apliquen a cuenta gotas y Maduro gobierna hoy caminando el sendero de CAP, tan criticado por su padre político.
El ajuste aun cuando sea chucuto está generando mucho malestar social, el cual se profundizará cuando, por el bien del pueblo aumenten la gasolina, liberen las tasas de interés, comiencen a cobrar peajes, entre otras medidas. Todo indica que ese camino es irreversible para el gobierno. Frente a este escenario, la oposición debe hablarle claro y fuerte al país sobre las causas que han obligado a este ajuste. Poner en la agenda pública y en especial en aquellos sectores más golpeados por este paquete preguntas como: Es moralmente aceptable que se aumente la gasolina y no se eliminen los subsidios ideológicos a Cuba y otros países? Hay algún responsable del robo de más de 50 mil millones de dólares de Cadivi y Sitmei? Hay una gerencia distinta a la que quebró al país para manejar estos nuevos recursos?
El ajuste de medidas de Carlos Andrés Pérez acabó con su gobierno y la dimensión de la crisis era mucho menor que la actual, ya que en el año 89 no existía una política deliberada de acabar con la empresa privada. Maduro más allá de la hegemonía mediática y la persecución judicial a la disidencia pagará un alto costo por su nueva versión del paquete. Al igual que la antigua unión soviética la estabilidad de la “revolución” no depende tanto de la oposición como del desempeño económico del gobierno.
Por Carlos Valero