En Tiempo Real: «La tarjeta del hambre», por @carlosvalero08

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carlos valeroEl gobierno sigue actuando en forma contradictoria, casi bipolar. Por un lado instala la mesa de paz económica, que según lo señaló Maduro generó 89 propuestas de las cuales aprobó inmediatamente 87, y acto seguido, a los dos minutos dice que debido a la guerra económica la revolución creará una tarjeta de abastecimiento seguro, acompañada de un registro biométrico para que el pueblo pueda comer lo que quiera y anuncia, imitando a Winston Vallenilla que implementarán sorteos de electrodomésticos, paquetes turísticos y apartamentos para todo el que use mansamente su tarjeta.

Detrás de la tarjeta de racionamiento en realidad se esconde una tarjeta del hambre que busca solucionar mediante el control social el acceso a alimentos y bienes que en todas las sociedades modernas se realiza de forma libre. Sería muy distinto que el gobierno diseñara algún tipo de tarjeta para atender, focalmente a los grupos vulnerables de la sociedad, bien sea mediante una transferencia directa o el acceso a unos bienes, pero cuando se intenta masificar el control de la cantidad de alimentos y bienes estamos en un proceso inverso que deja al descubierto el fracaso del modelo de desarrollo impulsado por el PSUV.

Nuestro país atraviesa en estos momentos un ajuste económico y político brutal, con una mezcla de políticas neoliberales y comunistoides, que indefectiblemente conducirá a la pérdida de popularidad del PSUV y eventualmente, a la sustitución del modelo de desarrollo en el caso de que el PSUV rectifique, o la salida del poder del partido rojo si las cosas siguen como van. En el plano económico el SICAD 2 es en la práctica una maxidevaluación con fines fiscalistas, que explica las razones por las cuales el gabinete económico dejó que se disparara el dólar paralelo. Ahora, el BCV, PDVSA y las empresas públicas venderán los dólares oficiales no a la tasa de 6,30 o 11,30, sino a 60 o más. Esta devaluación no la realizó el paquete económico de Pérez ni mucho menos Caldera, con lo cual recurren a una medida típica del capitalismo salvaje.

Pero al mismo tiempo militarizan al país e imponen un régimen de mano dura, controlando la cantidad de bienes en la economía, tal cual ocurrió en la extinta Unión Soviética y ocurre a diario en Cuba. Un burócrata sentado en Miraflores decidirá cuántas arepas, pollo y queso habrá de consumir la gente en Machiques, Cumaná, Margarita o el centro de Caracas, con el añadido de que será sometido a un férreo control biométrico, para saber si firmó contra el gobierno, si protesta, es homosexual o empresario. El mundo descrito por Orwell en sus noveles apoyado en la tecnología.

Es imperativo para la sociedad democrática denunciar con fuerza el uso de estos métodos totalitarios de control social y llamar las cosas por su nombre. No es una opción existencial acostumbrarnos a las colas y a ser marcados como en la época de Hitler, sólo que de forma “electrónica “y “biométrica”.

La crisis está en plena explosión y el pueblo chavista compara día a día la ilusión de bienestar tenida cuando Chávez gobernaba con las colas y penurias del cabello-madurismo.

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Como decía Talleyrand, las bayonetas sirven para todo menos para sentarse sobre ellas y el errático Nicolás Maduro no sólo se sentó sobre ellas, las abraza y duerme plácidamente creyendo que los militares le darán la paz social y el progreso que su gobierno no puede generar.

Carlos Valero / @carlosvalero08

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