En el mundo político opositor observo con asombro que predomina la tesis de que el gobierno es invencible, puesto que la oposición viene de sufrir dos derrotas consecutivas, particularmente la última, donde perdió importantes espacios institucionales que eran una extraordinaria tribuna. También se argumenta que el control institucional que tiene el PSUV de todas las instancias del poder público hace casi imposible derrotar al oficialismo a menos que estos den “garantías democráticas” para que la oposición les arrebate el poder. Sin embargo, cuando converso con el ciudadano de a pie, oficialista, opositor o independiente, la visión es diametralmente opuesta.
Para una parte muy importante del país, el PSUV está perdiendo su principal activo, que no es otro que el líder de la revolución y su carisma. La conducción del gobierno, ergo de la calidad de vida de todos, quedó en manos de los que siempre han sido culpados por las bases chavistas de incapaces, personajes oscuros que siempre han rayado y medrado de la grandeza del jefe. La separación en términos de autoritas y carisma de Chávez y sus herederos es abismal. Las cotidianas y justificadas protestas del pueblo chavista siempre iban dirigidas a los ministros y funcionarios de Chávez, salvando infantilmente de responsabilidad a quien los había designado. Durante años la conexión emocional del presidente con los sectores más humildes ha sido una especie de cheque en blanco que les permitía al PSUV salir airoso de las críticas de corrupción, ineficiencia, retraso en la entrega de las obras, carreteras que se caen, etc.
Por otro parte, la oposición aún el 16 de diciembre mantuvo el porcentaje electoral del 45 por ciento de las preferencias y tiene intacto el liderazgo de Capriles quien además demostró el 16D una vez más que haciendo lo correcto se puede construir una mayoría social que tendrá que ser reconocida electoralmente por las instituciones rojas. Es decir, asumiendo que viene la segunda parte de las elecciones del 7O, el gobierno va con un candidato infinitamente peor que Chávez, mientras que la oposición irá con el mismo Capriles, repotenciado por el hecho de contar con más experiencia y con un contendor que hasta ahora no da pie con bola.
Existe otro elemento que atenta contras las aspiraciones continuistas de Maduro. Tarde o temprano tendrán que implementar el “paquete rojo”. La no decisión es muy peligrosa para la frágil economía venezolana que se encuentra semi paralizada y la decisión de tomar medidas tendrán un impacto importante difícilmente achacable a la oposición, aún cuando lo intentarán. No hay dólares, pero tampoco productos importados, las obras públicas comienzan a paralizarse por falta de pagos a los contratistas, la inflación recupera la tendencia alcista de 2010, horadando el salario de los venezolanos y las distorsiones en el mercado cambiario son escandalosas. Las elecciones del 7O se dieron en medio de una sensación de bienestar y todo indica que la segunda parte del proceso electoral, se realizará en medio de una sensación no tan favorable y con la crisis de expectativas producto del montón de ofertas electorales incumplidas.
Las complicaciones son muy grandes pero el camino está claro. Hay que construir una nueva mayoría y para ello debemos presentarle al país un conjunto de ideas alternativas que sustituya la oferta engañosa del socialismo del siglo XXI. Hay demasiados elementos: la tolerancia entre hermanos, la defensa de los valores democráticos, acabar con el uso de la pobreza como excusa para pavonearse en el poder condenando a lo más débiles a seguir siendo pobres, potenciar las libertades económicas y sociales pero arbitradas por un Estado poderoso capaz de corregir los desequilibrios, la necesidad de apoyar el emprendimiento privado, el equilibrio entre la libertad y la igualdad para evadir cualquier tentación autoritaria, son parte de los temas que deben ordenarse para llenar de contenido el nuevo pensamiento progresista esbozado por Capirles en la campaña pasada.
Es paradoja, pero el chavismo sin líder anda celebrando, mientras que una parte de la oposición que cuenta con el líder que ha buscado durante 14 años no termina de asumir la oportunidad que tiene enfrente. Creo que será más facil que Capriles repita su votación del 7O y la amplíe más allá de los 7 millones de votos, que Maduro recoja los 8.2 millones de votos de Chávez.
Mientras más tarde el gobierno en tomar una decisión que normalice la situación de un presidente que lamentablemente no puede ejercer, el panorama se tornará cada vez más sombrío. El luto, con el tiempo va pasando y las viudas se vuelven a casar.
Por Carlos Valero / @carlosvalero08