En el país hay mucho ruido pero creo que lo concreto podría resumirse de la siguiente manera: i) tenemos un presidente electo que no puede ejercer el mandato, lo cual ya había sido previsto por él, así que tomó la previsión de nombrar un heredero para minimizar la incertidumbre en su partido; ii) el PSUV, por más que los militares no acepten al elegido y lo llamen “El llorón”, tendrá que cargar en el corto plazo con su bacalao y apoyarlo en unas elecciones inevitables; iii) Maduro necesita tiempo para madurar su liderazgo; iv) en el campo de la oposición, divida y golpeada por dos derrotas, no tendrán otra opción que elegir como candidato a Henrique Capriles; y finalmente, v) habrá elecciones en 2013 y estoy convencido que Capriles puede derrotar a Maduro.
El heredero tiene a su favor el mito Chávez y el Estado-PSUV, pero la distancia en términos de liderazgo con Chávez es tan abismal, que no podrá recoger los 8 y pico millones de votos que obtuvo HCF el 7 de octubre. Analizaré brevemente lo que ocurre en el gobierno y en la oposición para sustentar la hipótesis que planteo: Capriles puede derrotar a Maduro en las elecciones presidenciales del año 2013. Sin embargo, debe evitarse cualquier tipo de subestimación, recuérdense de Chávez en 1998. Por subestimar su capacidad estamos inmersos en esta locura.
El año que comienza quedó prefigurado políticamente el 8 de diciembre, cuando Hugo Chávez informó a sus seguidores, al mundo y por último a los venezolanos, su testamento político. Chávez estaba en plena conciencia de lo grave de su enfermedad y sentenció, con gran olfato político, que Venezuela tendría elecciones en el corto o mediano plazo y de una vez puso un gallo en la calle. Chávez, al momento de designar a Maduro lo hizo en forma sobrevenida, escogiendo lo mejorcito en un desierto de liderazgos. Ahora bien, esto no implicará que Maduro pueda construir, en medio de un panorama complejo, un liderazgo capaz de continuar electoralmente la hegemonía de la revolución.
Para que un hombre megalómano, que amó más al poder que a su propia vida, se haya atrevido a decir que habría que escoger otro “jefe” del proceso y lo afirmó tajantemente: les pido que elijan a Maduro, que VOTEN por Nicolás Maduro, es porque la información que poseía sobre su verdadero estado de salud dista mucho de los 29 informes políticos propagandísticos que ha dado el Ministro Villegas. Con todo el respeto por el dolor del presidente, de sus familiares y de los millones de venezolanos que de buena fe rezan por su recuperación, el hecho político relevante es que es muy poco probable que retome las riendas del poder y ello conducirá necesariamente a un nuevo proceso electoral, mismo que la oposición no ha buscado ni deseado, pero ante el cual no puede escurrir el bulto.
Dentro del gobierno existen dos tendencias muy marcadas. Los civiles comunistas castristas, liderados por Raúl Castro, Nicolás Maduro y Jaua; y los militares, quienes anteponen la lealtad al uniforme por encima de las posturas ideológicas. En el corto y mediano plazo es muy poco probable que haya fisuras significativas. Todos, civiles comunistas y militares tienen como elemento unificador el enemigo externo-la oposición, es decir, casi la mitad del país y Yo- y han incurrido en tales desafueros éticos y legales que están obligados a aferrarse al poder como si en ello se jugaran su existencia.
El resultado del 7 de octubre si bien fue una victoria para la revolución, dejó claro que el país está dividido prácticamente a la mitad y que cuando no participa Chávez el PSUV pierde un enorme caudal de votos. Con esto queda evidenciado que hay un porcentaje importante dentro del chavismo que no es autómata y que no sigue irracionalmente las órdenes del PSUV. Ello también quedó evidenciado en las elecciones parlamentarias del 2010, así como en la reforma o en las elecciones municipales. Una cosa es el PSUV con Chávez de candidato y otra sin él, aún cuando siempre han intentado demostrar que es un plebiscito usando la figura de Chávez como el elemento central de todas sus campañas.
Las apariencias engañan. Por un lado el gobierno que parece estar muy fuerte en realidad se encuentra frente a una grave situación. Tiraron la casa por la ventana para obtener las victorias del 7 O y 16 D. Tradicionalmente, los dos primeros años de los gobiernos de Chávez han estado marcados por una alta conflictividad producto, entre otras cosas, de la crisis de expectativas generada por la cantidad de promesas realizadas durante la campaña electoral. En el pasado, el liderazgo de Chávez funcionaba como un muro de contención ante la conflictividad social. El candidato Maduro tiene que enfrentarse a un proceso electoral sin Chávez, sin el mismo caudal de recursos y con una situación económica muy comprometida producto de un modelo económico atrasado, insostenible e ineficiente socialmente, que se basa en controles y amenazas como mecanismos para garantizar que los anaqueles de los mercados estén abastecidos.
Por otra parte, la oposición que en apariencia se encuentra dividida y derrotada, tiene una fuerza social que ha sido constante a lo largo de estos 14 años. En los momentos de mayor fortaleza del chavismo la oposición ha tenido el 40% del apoyo popular. Si a ello le sumamos que el 16 D el liderazgo de Capriles derrotó la maquinaria de gobierno dándole un ejemplo al país de que se pueden ganar elecciones a pesar de las barreras institucionales, podemos decir que hay luz al final del túnel. Deben corregirse muchas cosas pero estoy convencido de que tenemos una opción real de derrotar electoralmente a Nicolás Maduro y lo que ese modelo representa para el futuro de nuestro país. Si ellos toman un camino distinto al electoral habrá que evaluar otras formas de lucha, siempre anteponiendo los valores democráticos y las necesidades reales de la gente para construir una nueva mayoría.
Por Carlos Valero / @carlosvalero08