El modelo económico del llamado socialismo del siglo XXI se sustenta en una concepción del mundo según la cual el individuo existe sólo en función del Estado. La separación entre lo “privado” y lo “público” desaparece debido a la necesidad de la burocracia de penetrar todos los espacios para controlar todo lo que ocurre, e impedir la manifestación libre del pensamiento, el emprendimiento y la autorealización independiente del poder público. No en vano hoy día en nuestro país prácticamente en cualquier actividad que desee realizarse, desde viajar hasta disfrutar del servicio de telefonía, se encuentra presente el ojo de la burocracia, atento y desconfiado para intervenir y moldear la conducta de acuerdo a los intereses supremos de la revolución.
Todas las experiencias históricas que han intentado minimizar el emprendimiento y la libertad individual tarde o temprano terminan estrellándose contra la barrera de la búsqueda inmanente del humano por ser libre, por desarrollarse, por vivir una vida mejor. Nuestro país se encuentra hoy en un punto de inflexión político y social, que implicará necesariamente un despertar cívico frente a la oferta de engañosa que ha implicado vender un socialismo con rostro humano, diferente al modelo soviético o cubano, pero que en la práctica ha resultado tan castrador e ineficiente como el de esos países.
La llamada guerra económica y la línea para denunciar el sabotaje es una torpe manera de poner parches a un modelo fracasado. Responsabilizar a los pocos empresarios de ser los culpables de la escasez, inflación, desempleo y la pésima condición de los servicios públicos es una manera infantil de evadir la realidad, aún cuando la propaganda oficial es tan poderosa que cerca del 30 por ciento del país aún cree en esos cuentos chinos, en la política del yo no fui.
En estos 14 años de gobierno revolucionario han ingresado al país cerca de mil millardos de dólares y el saldo en infraestructura, servicios y desarrollo económico lo vemos todos los días cuando buscamos salud o tenemos que gastar 5 o 6 horas para llegar de Valencia a Caracas, mientras que Europa fue reconstruida después de la II guerra mundial a través del denominado Plan Marshall con una inversión aproximada de 13 millardos de dólares de la época (aproximadamente 60 millardos de dólares actuales), lo que implica que nuestro país ha recibido más o menos 16.6 veces lo que se necesitó para reconstruir el viejo continente. De haber sido Giordani y Merentes los encargados de dirigir la política de reconstrucción, hoy en Europa solo habría caos, miseria y desolación, pero unos burócratas rozagantes y felices.
Se pudiera pensar que el fracaso en el manejo de la política económica se debe a razones ideológicas que priorizan otros aspectos muy distintos a los equilibrios macroeconómicos. Sin embargo, llama poderosamente la atención la situación de las reservas internacionales y la inflación en Bolivia, país ideológicamante hermano de Venezuela pero que desarrolla una política económica bastante más seria. Las reservas internacionales de este país han crecido de 1700 millones de dólares en 2005 a 14.551 millones de dólares en agosto de 2013. Por otra parte, la inflación del país para agosto de este año se ubicó en 4.23, cifra muy por debajo de la presentada en nuestra querida patria.
Lo que realmente está ocurriendo en nuestro país es que los encargados de diseñar las políticas públicas se esconden en trincheras supuestamente ideológicas para evadir la causa mayor de todo el caos: ellos no tienen la menor idea de cómo funciona la economía de un país y cada torpe actuación es un paso firme al despeñadero.
Hay quienes opinan que todo lo hacen en forma deliberada para acabar con la clase media y la infraestructura productiva del país, con el fin último de lograr una dependencia absoluta del pueblo a las migajas del gobierno, reeditando una nueva forma de vasallaje ante la burocracia. Existe documentada una afirmación de Giordani en ese sentido. Particularmente no creo que este caos obedezca a una planificación central para reinar entre las ruinas del país. Sencillamente no tienen idea de lo que debe hacerse para solucionar el problema del tipo de cambio, mejorar el clima de inversión o fortalecer las reservas internacionales mediante una sana política monetaria capaz de controlar la inflación y evitar la fuga de capitales, y si hay alguno que tiene idea con toda seguridad le falta peso político para imponerse o coraje para renunciar. Para los burócratas rojos la economía es una invención del imperio para atacar los gobiernos revolucionarios y mientras se mantenga esa estúpida visión será imposible que actúen con un mínimo de seriedad.
El 0800 sabotaje, la creación del alto mando económico para enfrentar la guerra económica y el hecho de denominar “guerra económica” a la situación de crisis no hace más que profundizar la crisis. Las reservas líquidas se ubican en 900 millones de dólares y al parecer los chinos no están dispuestos a cumplir el rol del FMI prestando dinero para equilibrar la balanza de pagos. La situación cada día se complica, parece que la economía está dispuesta a cobrar todos los agravios cometidos. Como decía Miguel Rodríguez, “a los gobiernos irresponsables siempre les llega el día del juicio”. Maduro tendrá que realizar un ajuste económico y la mayoría de los venezolanos llamará al fulano 0800 para insultarlo y acusarlo de ser el único responsable de la crisis.
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