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La frase pertenece a Nick Thexton, Jefe de Tecnología (CTO) de NDS, el principal proveedor de codificadores y seguridad DRM para los servicios de televisión con abono Cox y DirectTV, durante la demostración de un concepto desarrollado para “empapelar” cualquier superficie plana con pantallas de televisión capaces de convertirse en centros de entretenimiento y servicios totalmente inmersivos.
Pero no sólo servirán para recibir señales con contenidos televisivos. Estas televisiones del futuro permitirán mantener un flujo constante de información adicional totalmente adaptada al gusto y las necesidades del consumidor. Así es como un padre podría ver el estado de las autopistas y un resumen deportivo mientras solicita su agenda de reuniones del día, mientras que el hijo podría organizar su búsqueda de contenidos para el colegio mientras juega con su consola favorita.
Hablamos de concepto y futurología porque, a pesar de que nos provoca un gran deseo de tener ya este tipo de avance en nuestros hogares, el desarrollo en la actualidad es económicamente prohibtivo e inviable para el consumo masivo.
El concepto presentado por DNS consta de US$30.000 en seis pantallas LCD dispuestas en una matriz rectangular, que codifica los contenidos en HTML5 y puede correr en Chrome y ser manejado en forma remota a través de una tablet, todo a una modesta resolución de 4.000 píxeles.
Incluso, la interacción con las redes sociales ofrece un contexto alrededor de una programación, que muestra a través del hashtag de referencia, los metadatos que complementan esos contenidos, algo que hoy hacemos sentados desde el sofá del living con nuestro smartphone en mano, pero sin dudas a muchos ya se nos ocurrió.
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Pero no sólo de dinero hablamos cuando decimos que por el momento es prohibitivo un sistema de este tipo. Los exagerados 4.000 píxeles de resolución podrían quedar grandes y sin mucho sentido hasta en una pantalla de 90 pulgadas, pero cuando hablamos de pantallas en paredes completas, la ecuación se compensa y cumple con las expectativas. Otra de las limitaciones actuales está en la ausencia total de contenidos a esa resolución, algo que por el momento no depende de nadie más que de las compañías productoras de televisión y cine.