Una joven turista se encontraba junto a su amiga en un zoológico en Tailandia.
Una de ellas decidió alimentar a un elefante, todo marchaba bien, hasta que una de ellas sacó su iPhone para fotografiar al animal. El elefante no lo dudó dos veces y con su trompa se tragó su celular.
La joven totalmente desesperada, le pidió ayuda al guía que estaba en el lugar. Él trató de hacer vomitar al elefante, sin éxito alguno. Pero no terminó ahí, ya que se les ocurrió la genial idea de revisar su excremento, y ahí estaba intacto.