Es un hecho: en este gobierno socialista y revolucionario, gobiernan los pranes. En el Centro Penitenciario de Occidente, ubicado en Santa Ana del Táchira, donde estuve preso por espacio de 8 meses, no se utiliza la palabra “pran”. En esa cárcel, a los máximos líderes de los reclusos los llaman “papas”, y a la organización que los agrupa le dicen “el gremio”.
De modo que la palabra “pran” que se usa para denominar a los jefes de los reclusos en cárceles como La Planta, no es extensiva a otras cárceles del país, donde los reos parecen tener otros códigos muy diferentes.
Pero lo que si no es muy diferente, y los hechos lo confirman, es el caos, la desidia, el abandono y el hacinamiento que caracteriza a todas y cada una de las 34 cárceles que hay en Venezuela. No hay mucha diferencia entre La Pica y Puente Ayala; ni entre Uribana y Tocuyito; ni entre Tocorón y Sabaneta. Las cárceles venezolanos son, nadie lo duda, un verdadero infierno, donde sufren no solamente los reclusos, sino también sus familiares que no saben si al día siguiente podrán encontrar a su pariente con vida.
Hugo Chávez, quien estuvo preso por el golpe de estado que junto con un grupo de oficiales traidores y ambiciosos dio el 4 de febrero de 1992, jamás sufrió los rigores de una verdadera cárcel. Chávez, estuvo recluido en el Cuartel San Carlos y luego en Yare, pero de acuerdo con sus carceleros, jamás fue tratado como un reo, sino todo lo contrario: se le dieron todo tipo de ventajas, se le permitieron toda clase de visitas, un sinfín de comodidades y casi que se le trató como un Rey. Chávez nunca supo lo que fue estar hacinado. Jamás supo lo que fue una requisa. No sufrió ningún tipo de privaciones, y por el contrario, gozó de un tratamiento especial como ningún otro preso en Venezuela.
Por esa razón, uno no puede sorprenderse del rotundo fracaso que ha significado la política carcelaria de Hugo Chávez. La pseudo revolución Bolivariana que lidera Chávez, ha sido un fiasco en todos los órdenes de la vida nacional, pero en materia carcelaria, ha sido un desastre de dimensiones olímpicas. Las dantescas cifras del Observatorio de Prisiones que lidera Humberto Prado, así lo confirman.
La tapa del frasco de todo este desastre penitenciario, lo constituye un anuncio hecho por el propio Jefe de Estado a través de Venezolana de Televisión. Con su cara muy lavada, como quien no rompe un plato, el Presidente Chávez confesó mediante una llamada telefónica realizada a uno de los tantos programas del Canal 8, que él mismo había conversado y negociado con los pranes del Internado Judicial de La Planta.
Así como se lee: el mismo presidente que se niega a dialogar con el 52% del país que lo adversa; el mismo que ha dicho en reiteradas ocasiones que “entre los dos bandos que hay en el país, no hay reconciliación posible”; el que se niega a reconocer la existencia de una fuerza democrática representada en gobernadores, alcaldes y 65 diputados en la Asamblea Nacional; el que pretende imponer un modelo socialista que fue y sigue siendo rechazado por las grandes mayorías del país, admitió haber conversado y negociado con los pranes de una de las tantas Cárceles del país, de tú a tú.
Meses antes, la ministra para Asuntos Penitenciarios, apareció fotografiada, y muy abrazada, como dos grandes amigos de toda la vida, junto a uno de los pranes de la Cárcel del estado Nueva Esparta, lo cual demuestra que las conversaciones y los diálogos con los “pranes” es algo común y corriente en este gobierno.
En pocas palabras si usted quiere conversar y dialogar con Hugo Chávez, usted tiene que ser un pran. Chávez no conversa con los gobernadores de Zulia, Táchira, Carabobo, Miranda, Lara, Monagas o Nueva Esparta. Chávez conversa con los pranes. Chávez no dialoga con los representantes de la Mesa de la Unidad Democrática, que representan a 3 millones de venezolanos que participaron en las primarias del 12 de febrero. Chávez dialoga con los pranes. Chávez no se sienta a discutir y debatir con alguno de los 65 diputados demócratas de la Asamblea Nacional, elegidos con votos, por el 52% de los electores venezolanos. Chávez prefiere dialogar con tipos como “el yoifre” y el “oriente”, los famosos pranes de el Rodeo Uno.
Chávez gobierna al país como los pranes gobiernan en las cárceles. Lo que hace fuerte a los pranes dentro de una cárcel, no es el apoyo popular que tienen entre los reclusos, sino el poder de fuego del que disponen. En las cárceles, el Pran que tenga más armas, más municiones, más pólvora y más granadas, es el que manda. Chávez gobierna hoy día, no porque tenga el apoyo popular y el afecto de las mayorías, como quedó demostrado en los comicios parlamentarios de 2010, sino porque a través de un pequeño grupo de generales muy cuestionados, tiene el control de las armas y de la FANB.
Cómo salir del pran Chávez? A diferencia de las cárceles, donde los pranes se sacan a punta de plomo, a Hugo Chávez, lo sacaremos a punto de votos el 7 de octubre.
Por: Gustavo Azocar Alcalá