La exploración rodada de Marte está a punto de dar un importante paso adelante, esta vez con un vehículo todoterreno que es ya todo un laboratorio. Se llama Curiosity, uno de sus objetivos es intentar determinar si alguna vez hubo vida en ese planeta y su lanzamiento está fijado para el 25 de este mes desde la base espacial de Florida (EE UU). Si todo va como está previsto, el Curiosity llegará a su destino el próximo mes de agosto. No menos importante que la ambición científica de la misión son las novedades técnicas del vehículo, alimentado esta vez por un pequeño generador de radioisótopos, en lugar de los paneles solares de sus predecesores en las arenas rojas marcianas, el Pathfinder (1997) y los gemelos Spirit y Opportunity (llegaron en 2004). La NASA no enviaba una misión a Marte desde la Phoenix, que llegó en 2008.
"Marte está firmemente en nuestra perspectiva. El Curiosity no solo reportará un tesoro de datos científicos, sino que servirá como misión precursora para la exploración humana del planeta rojo", ha declarado el director de la NASA Charles Bolden. La agencia espacial está cumpliendo -con un cierto retraso en el caso del Curiosity– el plan con el que, hace más de 15 años, retomó la exploración de Marte y se marcó una pauta de sucesivas misiones. El esfuerzo debe culminar con la traída de muestras a la Tierra como paso previo a una exploración intensiva y al posterior desembarco allí de astronautas, aunque el calendario se va dilatando.
En el objetivo de traer una muestra no de Marte, pero de su luna Fobos, se podría adelantar Rusia si tiene éxito una arriesgada misión, la Phobos-Grunt, con la colaboración de China, que, tras notables retrasos y problemas técnicos, podría partir la semana próxima. Se trata de poner la nave en órbita marciana y enviar una pequeña sonda a Fobos para tomar una muestra que se enviaría de regreso a la Tierra y podría llegar en 2014. Rusia no envía desde 1996 una misión a Marte y aquella falló.
El Curiosity, con un coste de 1.800 millones de euros, pesa 900 kilos, incluidos 80 de equipos científicos, frente a los 174 kilos y apenas siete de experimentos de los Spirit y Opportunity. El nuevo robot rodante, con un sistema de navegación autónomo, podrá recorrer hasta 200 metros diarios y sortear obstáculos de 65 centímetros de altura.
Para su llegada se ha elegido el cráter Gale, cerca del ecuador del planeta. "Se trata de un gran cráter en una posición muy baja del terreno y todos sabemos que el agua corre hacia abajo", explica John Grotzinger (Caltech), responsable científico de la misión. Por supuesto, la geología, la meteorología, el clima y la caracterización mineralógica del suelo de Marte están entre los objetivos científicos. En el Gale hay terreno de aluvión probablemente formado por sedimentos arrastrados por agua, valoran los expertos. "Nos ofrece oportunidades atractivas de encontrar compuestos orgánicos, pero eso es apuntar muy lejos", explica Grotzinger. "Lo que añade interés al cráter, con compuestos orgánicos o no, es que el lugar presenta una diversidad de rasgos y capas para investigar condiciones ambientales cambiantes, y alguna de ellas puede ayudarnos a comprender la habitabilidad del antiguo Marte".
El Curiosity lleva 10 experimentos, cámaras generales y de aproximación, pinzas articuladas y pincel para limpiar las rocas antes de analizarlas e incluso una perforadora. Además, va dotado de dispositivos en los que el brazo articulado depositará las muestras para hacer análisis in situ. Uno de los instrumentos, aportado por Rusia, permitirá medir el hidrógeno (en forma de hielo o de minerales hidratados) hasta un metro de profundidad.
Otro instrumento científico que ha llegado al Curiosity por colaboración internacional, en este caso española, es la estación meteorológica REMS diseñada (bajo la dirección de Javier Gómez Elvira) en el Centro de Astrobiología y construida en España. Debe medir seis parámetros: dirección y velocidad del viento, presión, humedad relativa, temperatura del aire y del suelo y radiación ultravioleta.
Para desplazarse, alimentar y calentar todos los sistemas de a bordo el Curiosity lleva un generador de radioisótopos, con 4,8 kilos de óxido de plutonio como combustible, y debe funcionar, al menos, todo un año marciano (687 días terrestres). La opción del generador, ya utilizada en otras misiones de exploración espacial, ha exigido a la NASA dotar al vehículo de los blindajes adecuados y pasar por todas las pruebas y permisos necesarios.
En las misiones en Marte, una fase crítica es la llegada y el Curiosity lo hará con una estrategia novedosa y muy compleja. Entrará en la atmósfera protegido en la cápsula de viaje y reducirá su velocidad de descenso primero con un paracaídas y luego con unos retrocohetes que lleva la estructura de descenso. En los últimos metros, esa estructura actuará como una grúa celeste de la que colgará con un cable el Curiosity hasta posarse en el cráter Gale. El laboratorio rodante estará enseguida listo para emprender la nueva aventura en Marte.