«El malandraje del oeste» por @angelarellano

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Hace unas semanas que debo un merecido espacio en nuestra columna semanal al flagelo de mayor popularidad en Venezuela, la inseguridad. Entendida como el elemento más noticioso que el país exporta al resto del mundo. Nos conocen más por Chávez y por la tasa de homicidios y robos que por el petróleo y las mises. En fin, hay que cambiar.

La zona rural del oeste de Anzoátegui y sus pueblos más urbanizados dejaron de ser territorios “algo” tranquilos por la descomposición de los cuerpos de seguridad municipales, regionales y nacionales que allí hacen vida. A esto mencionado le añadimos el gigantesco número de ciudadanos provenientes de los estados Carabobo, Vargas, Distrito Capital, Miranda, Aragua, Zulia, Mérida y Táchira que han poblado barrios enteros trayéndose en su migrar un gran número de desalmados que persiguen a la manada.

Boca de Uchire, Valle de Guanape, Onoto, y sobre todo Clarines, Píritu y Puerto Píritu son capitales de los municipios del oeste que están bañadas en delitos. De nuevos sectores ubicados a las afueras de los pueblos, proviene la mayoría de hampones que han alterado los índices de “paz” que se respiraban en estas localidades.

Hace unos diez años en Clarines, por ejemplo, podías dormir en la calle y lo más que pasaría con tú integridad era que te pintaran o jugaran alguna broma pesada, cinco años después se intensificaron los robos pero igual se sentía un grado digamos que de tranquilidad por ser sitios sin mucha población.

Hoy por hoy no hay gente en la calle porque el hampa anda como jinete desbocado llevándose a todo el que se consiga mal parado.

El índice de robos, hurtos, riñas, actos vandálicos, homicidios y secuestros se reproduce con el pasar de las horas, en una zona desprotegida porque cuenta con el peor equipo en la historia de alcaldes corruptos e ineptos, así como de instituciones públicas negligentes que no prestan un servicio de calidad para atender el malandraje.

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Es común escuchar de las vacunas que piden en el Cicpc de Puerto Píritu para recibir hasta el certificado de denuncia, sobre todo cuando hay un cobro de seguros por el medio; o también de la sordera temporal de funcionarios de la Policía de Anzoátegui ante cualquier llamado de emergencia. Ni hablar de los puestos permanentes de tránsito o de la Guardia Nacional Bolivariana porque es ponernos a llorar. Ahí martillan hasta a los indigentes.

Estemos bien alertas con la gente desconocida en las calles oscuras. Varias bandas de secuestradores y picadores de carros tienen como modus operandi “caerle” a sus víctimas aprovechándose de los reiterados apagones. Siempre que se desmantela una organización delictiva en el oeste de Anzoátegui aparece el nombre de más de un funcionario policial salpicado, así que la sociedad debe prevenir aún más.

Las policías municipales descompuestas cuidan del hampa y sus oscuros negocios que arrastran con ellos a gran número de jóvenes al mundo de las drogas, robo y delincuencia organizada. En la vida real nadie protege a la ciudadanía, a menos que seas un ostentoso contratista del gobierno o familiar de algún cercano al poder. Esa es la semilla del chavismo y lo que sueñan hacer prosperar para cosechar miedo controlador de la decisión electoral.

Estimado lector, usted decida. Siempre en beneficio de la vida, la paz y el bienestar de la nación. Todos quisimos ver mejoras en el sistema de seguridad nacional pero nunca se avanzó, es momento de ceder el puesto a otro.

 

Por: Ángel Arellano / @angelarellano

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