Juan Pablo Escobar decide contar cómo su padre se hace millonario gracias al tráfico de cocaína. En un intento por ser imparcial, muestra las dos caras del narcotraficante: el hombre de familia y el bandido. Juan Pablo Escobar creció en medio de los más impensados lujos, pues siempre tuvo todo lo que necesitó y más. También vivió rodeado de amor, con un padre que era un gran amigo y una madre que era un pilar fundamental.
Años después, descubriría que todos esos privilegios materiales e intangibles no eran gratis y tenían turbios orígenes. Al tiempo supo que su padre, Pablo Escobar, era uno de los hombres más millonarios no sólo de Colombia, sino que también del mundo, gracias al tráfico de cocaína, negocio en el que logró un sitial nada despreciable por la capacidad que tenía para crear rutas, burlar la ley y lograr millonarias transacciones.
Toda esa trama es la que se revela en el libro «Pablo Escobar mi padre. La historia que no deberíamos saber», de editorial Planeta, trabajo en el que el colombiano se afana por mostrar las dos caras del gran capo de Colombia: la de padre y de bandido.
– ¿Por qué tardaste más de dos décadas en publicar este libro?
– Para todo hay un tiempo. Este libro no pudo escribirse antes porque muchos se habrían opuesto -con violencia- ya que todas las verdades que revelo, resultan incómodas para personas y sectores muy poderosos de Colombia. Yo tenía también que madurar, para escribir mejor mí historia, para enfrentarla desde el amor y la autocrítica y darle así a las víctimas acceso a la verdad, como parte de su derecho a conocer lo acontecido. Además, quise escribir esta historia para que cuando mi hijo crezca, nadie le eche cuentos sobre la real situación de su abuelo.
– ¿Cómo fue el proceso de escribirlo, encontrarte con tu pasado y revelar distintas facetas de tu padre?
– Pensé que después del ejercicio del documental «Pecados de mi padre», el libro se escribiría fácil. Pero estaba equivocado. El nivel extremo de detalle que alcanzo aquí, es parte de un fuerte compromiso con la verdad, es una investigación profunda y sensata que partió de la base de declararme ignorante sobre las andanzas de mi viejo, para abrir así paso a la memoria, no sólo de la mía, sino de la de mi madre, la familia y los escasos amigos que sobreviven y que lo conocieron a él mejor que nadie.
Se trata de un denso ejercicio espiritual. Este libro es, sin duda, el retrato más exacto y real sobre la figura de Pablo Escobar como padre y como bandido. La editorial puso filtros muy rigurosos y serios sobre la información allí publicada. Yo no podía darme el lujo de escribir cualquier cosa, tuve que demostrar la veracidad de mis informaciones y dichos en cada renglón.
– ¿Cuáles son las repercusiones que ha tenido la publicación?
– Ha sido un éxito difícil de medir en su verdadera dimensión. Ocupamos los primeros puestos en ventas prácticamente en todos los países donde el libro ha aparecido. Fue el más vendido en diciembre en todo Latinoamérica. La repercusión es a nivel de los medios de comunicación, pero por más oscuridad que se revele en mi texto, tristemente dudo que algo cambie a partir de él, pues no veo disposición de nadie en mi país -por ejemplo- para tomar muy en serio su contenido y hacer algo al respecto. Es revelador, espeluznante y respetuoso de la verdad. El silencio oficial absoluto tras su publicación, podría ser una muestra de cuán complejo y contundente es su contenido.
– ¿Cómo recuerdas a tu padre? ¿Qué sientes por él?
– Como el mejor padre del mundo. Así lo viví, así lo sentí y experimenté. Siento por él un amor incondicional que no me ha impedido ver y reconocer sus actos de violencia. No soy su juez, porque soy su parte.
– ¿Qué crees que significó Pablo Escobar para Colombia? ¿Y para ustedes como familia?
– Para la oligarquía colombiana fue su peor enemigo, también para la institucionalidad, la democracia, los medios de comunicación y sus líderes, fue su peor pesadilla. Pero para los pobres fue un hombre sencillo que nunca perdió de vista sus necesidades y se las atendió regalando miles de viviendas dignas, centros de salud, centros deportivos, escuelas y obras públicas financiadas con dinero de la droga. Muchas contradicciones encuentras justamente en el libro sobre esos actos, pues las canchas de fútbol las construía paradójicamente con dinero de la droga, para que esos chicos jóvenes de los barrios marginales no cayeran en ella. Para mi familia fue un papá, un esposo y un amigo dedicado e íntegro en ese ámbito.
– ¿Cómo es eso de no sentir, según tu relato, seguridad ni siquiera dentro de tu propia familia, con la traición rondando por el lado de tu padre?
– Pensé que los seres humanos tenían límite con su maldad, pero la traición de la familia de mi padre hace que el cuento de Caín y Abel parezca cuento de hadas. Es muy triste para mi revelar que mi tío Roberto fue un informante de la oficina de Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos, DEA, conocido como «Triple A». Me resulta inconcebible que él y todos sus hermanos, incluida su propia madre, lo hayan vendido de manera tan vil y cruel a sus enemigos y que, no contentos con ello, siguieron pretendiendo arrasar hasta con la vida y la libertad de quienes somos hijos y esposa del hombre que les dio todo lo que aún hoy poseen.
– ¿Cómo fue este proceso que algunos enemigos de tu padre se terminaron convirtiendo en tus «aliados» y algunos que fueron amigos de tu padre terminaron siendo enemigos?
– El 95% de los enemigos de mi padre, antes que contrarios suyos fueron en un principio sus aliados y hasta amigos. Todos se conocían en las mafias de los 80´s donde no había, ni hubo, peleas por territorios, porque la demanda de cocaína de las potencias siempre ha sido mucho mayor que la oferta. Los enemigos de mi padre saben que soy un hombre de palabra, pues prometí no vengar su muerte y cumplí. Ya pasaron 21 años y esa promesa no se romperá nunca.
En cambio, los que se hacían llamar amigos de mi padre, o «mano derecha», sí lo traicionaron desde el principio y no contentos con haberlo destruido a él, se han propuesto acabar con todo vestigio que -como yo- expone públicamente su perfidia y falsedad ante el mundo. Aquellos que usan las cámaras para dañarme con sus falsos testimonios han quedado mal con la sociedad, pues yo no les dejé más lugar para el desprestigio ni la difamación una vez que salí con este libro. Es triste saber que si algo malo me sucede, vendría de parte de mi propia familia paterna y no de los peores y más sangrientos enemigos de mi padre.
– ¿Cuál fue el rol de tu madre dentro de todo este contexto?
– Se enamoró del hijo del vigilante del barrio, se escapó con mi padre para casarse con él cuando no era nadie ni tenía un solo peso. Fue fiel a los preceptos del matrimonio hasta el último de sus días. Siempre lo llamó a la paz y no a la guerra, y esa actitud hizo que le respetaran su vida, pues fue una mujer valiente que se vio obligada a enfrentar ese legado oscuro desde el amor y a lograr la paz con los más peligrosos enemigos de mi padre.
– Además de la situación financiera y las traiciones ¿qué fue lo más difícil tras la muerte de Pablo Escobar?
– Aprender a disfrutar del privilegio de no ser nadie.
– Si pudieras volver el tiempo atrás ¿harías algo distinto?
– Las cosas no suceden porque sí, sino para algo, y espero que ese algo sea un aprendizaje definitivo, para que no se vuelva atrás ni repitamos tan dolorosa historia. No puedo cambiar nada de lo ocurrido, ya está todo escrito. Pero sí puedo corregir cualquier rumbo equivocado, reinventarme como persona y elegir un buen camino. Así todo saldrá mejor al final de la historia.
– ¿Cómo vislumbras que habría sido tu vida si tu padre no hubiese sido asesinado?
– Probablemente todos estaríamos muertos, porque fuimos un objetivo militar que tenía los segundos contados, aún estando en manos del Estado.
– ¿Cómo imaginas una vida sin ser hijo de Pablo Escobar?
– Nunca tuve una vida distinta, difícil imaginarla sin la presencia de quien fue tu padre y amigo sincero. No reniego de la vida que me tocó, aprendo y comparto lo aprendido con las nuevas generaciones, para que no se equivoquen pretendiendo ser Pablo Escobar. El amor incondicional que siento por él, no me permite imaginar una vida sin ser su hijo.
– ¿Cuál crees que será el futuro de Colombia en cuanto a la guerrilla y el narcotráfico?
– Creo que los colombianos hemos llegado finalmente al hartazgo de la violencia. Todos los guerreros están cansados de defender sus ideas por la vía de las armas. Todo aquel que precise de un fusil para defender lo que piensa, entonces necesita revisar sus ideas. Creo en el diálogo, en que la paz es absolutamente posible y en que nos traerá aún más prosperidad, tranquilidad y dignidad para el pueblo. Colombia está rezagada como sociedad en el ejercicio del perdón, todos merecemos una segunda oportunidad. Es hora de pasar de la teoría a la práctica cotidiana del perdón. Sólo así alcanzaremos la verdadera paz.
El narcotráfico seguirá existiendo y fortaleciendo su poder corruptor y desestabilizador en el planeta. A mayor prohibición, mayor rentabilidad, mayor violencia, más guerra, más venta de armas, peor calidad de las drogas, entre otras cosas. Si mañana encarcelan o matan a todos los narcos de la tierra ¿crees que será el fin de las drogas? Perdemos todos si no se revisan las políticas que el mundo heredó de Nixon, que declarando la guerra a las drogas, nos dejó ríos de sangre a los latinoamericanos mientras nos matamos entre todos como sociedad, con tal de acercarle a las potencias un producto que sigue superando la demanda y no la oferta.
Es con educación, cultura, información fidedigna y amor que se le debe declarar la paz a las drogas, sólo así el mundo podrá ganar esa lucha interminable que -al día de hoy- lleva sobreviviendo a cada capo, a cada cartel que conocimos en esta historia sin fin. Quienes impulsan la prohibición se nutren a consciencia de un negocio que está destruyendo -exclusivamente por su ilegalidad- las bases de una sociedad latinoamericana y global.
Fuente [Lifestyle.americaeconomia.com]