Pepe Mujica, aun cuando está equivocado en su apreciación sobre la posibilidad de que desde el gobierno se instrumente un golpe contra o a favor de Maduro, desmontó con una sola frase toda la propaganda oficial destinada a responsabilizar a la oposición de una asonada militar para derrocarlo. Mujica expresó que acá lo que puede ocurrir es un golpe de izquierda, sin mencionar a Maduro ni a su canciller, con lo cual respondió a toda la mentira fabricada desde el gobierno que repite cada minuto que estamos frente a una conspiración de la derecha internacional, de la oligarquía criolla, de fascistas apátridas que no soportan el origen poco noble de Maduro y la primera combatiente. Más adelante explicaré porque considero que Mujica está equivocado en su afirmación.
Pepe Mujica abandona la presidencia de Uruguay sin haber convocado procesos constituyentes ni intentar crear un hombre nuevo mediante la promoción de una revolución marxista rebautizada con la nomenclatura del siglo presente, como lo están haciendo en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. La sensatez y el sentido humanista de su vida pública y privada lo llevan a declararse, recién deja el poder, seguidor de filósofos antiguos como Séneca, Epicúreo y Heráclito, en lugar de Marx, Stalin, Castro o Chávez, como lo hace a cada momento nuestro letrado jefe de Estado y de gobierno, heredero del comandante eterno, Nicolás Maduro.
Mujica conoce bien el proceso político venezolano, le ha hecho seguimiento como aliado y ha intentado en distintos momentos “asesorar” primero a Chávez y después a los herederos para que no haya desviaciones autoritarias y abiertamente dictatoriales, evidentemente con poco éxito. Ese conocimiento del país y de su estructura institucional le permite decir algo que a los ojos de los venezolanos resulta casi una verdad de perogrullo. Acá solo las fuerzas del gobierno pueden cambiar la correlación militar. Ahora, lo que no dice Mujica, y dudo que sea por desconocimiento, sino más bien por el resabio de izquierda que lleva a Bachelet a apologizar a los Castro, es que en Venezuela no es necesario que el gobierno se dé un golpe o auto golpe porque hace rato que gobiernan con todas las ventajas de haber dado un golpe –absoluto control de las instituciones, manejo del Estado de derecho a su antojo, persecución de la disidencia política, terrorismo de Estado, entre otros- sin necesidad de pagar el costo de dar abiertamente un golpe de Estado.
El gobierno de Maduro no necesita dar ningún golpe porque está en el mejor de los mundos, los corruptos, militares y políticos, capturaron todo el presupuesto nacional, la renta petrolera, los impuestos de los venezolanos y el sistema judicial, sin necesidad de que el mundo y buena parte de la opinión pública nacional catalogue la situación como una “ruptura abierta del orden constitucional”. La tajada rentista es tan grande que no existen incentivos para que facciones internas rompan el molde y quieran apartar a los otros. En palabras de novela negra, el crimen los hermana, los solidifica en defensa no de la causa revolucionaria, sino del dinero y el poder derivado de manejar el Estado.
Quienes sí tienen todos los incentivos para dar un golpe de timón y cambiar la situación del país son la mayoría de los venezolanos. Más del 85% según el consenso de todas las encuestas quiere cambiar la situación y es por ello que la alternativa democrática debe y está concentrada en institucionalizar la nueva mayoría social, como condición necesaria y suficiente para cambiar el país.
Ha quedado suficientemente demostrado que la estrategia dominante del gobierno será intentar repolarizar políticamente el país e introducir cada día elementos de violencia y persecución política. Corresponde a los políticos correr el riesgo y colocarse en la vanguardia de los cambios, aumentando cada día el nivel de organización social e intentando articular un discurso unitario. Sería una torpeza histórica sin precedentes ir desunidos a las parlamentarias, pero al mismo tiempo resulta una ingenuidad pensar que sin un pueblo movilizado y articulado en torno a las ideas democráticas podrán materializarse los cambios. Nunca como hoy fue tan importante la movilización popular. No hay experiencia exitosa en el mundo de cambio de un gobierno autoritario con tendencia totalitaria, sin acompañamiento masivo popular. Los líderes tienen una enorme responsabilidad, pero también el ciudadano de no caer en la apatía o la desesperanza.
Por Carlos Valero