Al menos catorce personas -un turco y trece extranjeros- han sido detenidas esta semana por el Ejército turco en la provincia meridional de Gaziantep, cuando viajaban a Siria para unirse al Estado Islámico. Así lo ha confirmado en un comunicado el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del país. Turquía reacciona de esta forma a las crecientes críticas internacionales por su ineficacia a la hora de detener el flujo de yihadistas que penetran en Siria e Irak desde suelo turco.
Hasta el pasado 27 de febrero, las autoridades turcas no se habían molestado en detener a ningún ciudadano turco por su vinculación con el Estado Islámico. Ese día, la Policía, durante un control de carretera en Gaziantep, detuvo a Musa Göktas, que se había unido a la organización en octubre, llevándose a sus dos hijos de quince años con él. Aparentemente, Göktas había regresado a Turquía para vender su casa, pagar sus deudas y traerse también a su mujer a Siria.
«Entré en Siria de forma ilegal y me llevé a mis hijos gemelos»
«Quería unirme al Estado Islámico, al que me sentía cercano religiosamente. Entré en Siria ilegalmente llevándome a mis hijos gemelos, nacidos en el año 2000. Cruzamos la región controlada por el Estado Islámico. Les dije a los militantes que quería unirme a ellos. Nos entrevistaron durante unos diez o doce días sobre nuestra educación religiosa. Al final, nos dejaron entrar al aceptar que éramos musulmanes», declaró Göktas a la Policía.
«Trabajé en una cocina con mis hijos. Recibimos 270 dólares en total, 90 por cada uno de nosotros. Nunca he estado implicado en ningún ataque armado», afirmó. Pocos días después, otros cuatro sospechosos de vinculación con el Estado Islámico fueron también detenidos en la misma provincia.
Estas detenciones marcan un claro cambio de actitud respecto a la notoria tolerancia de antaño por parte de las autoridades turcas, que esperaban beneficiarse de la lucha de estos militantes tanto contra el régimen de Bashar Al Assad como contra las milicias kurdas del norte de Siria. Y aunque en el último año se han introducido importantes controles territoriales para limitar el tránsito de los yihadistas, lo que ha llevado a estos a ser cada vez más creativos, episodios como el de Hayat Boumeddiene han puesto de manifiesto las limitaciones de la cooperación turca.
La esposa de Amedy Coulibaly, el yihadista francés que asaltó un centro comercial en París el pasado enero, viajó a Siria a través de Turquía sin que nadie la molestase, a pesar de que el servicio de inteligencia turco la tenía bajo vigilancia. Se cree que esta mujer es una de las personas que, encapuchadas y armadas, instan a atentar en Francia en un vídeo del Estado Islámico hecho público la semana pasada.
Pero, a pesar de la existencia de algunos indicios sólidos sobre cierto grado de cooperación entre Ankara y los yihadistas sirios, el gobierno turco ha sostenido en todo momento su férrea oposición a estos grupos.«Es una de nuestras prioridades», confirma a ABC un alto funcionario turco. «No puedo dar detalles de lo que hemos hecho, pero se han dado algunos pasos», asegura, defendiéndose de las críticas. «Turquía es un país que tiene frontera con Irak y Siria, y siempre ha habido gente que la cruza. No podemos investigarlos a todos. Por favor, proporciónennos información de inteligencia adecuada sobre los yihadistas que vienen, y nosotros les arrestaremos», dice, dirigiéndose a los países occidentales.
Veinte mil extranjeros en el EI
«La ratio de combatientes extranjeros que viajan a Siria no tiene precedentes. Excede la ratio de aquellos que fueron a Afganistán y Pakistán, Irak, Yemen o Somalia en cualquier momento de los últimos veinte años», aseguró este miércoles el director del Centro Nacional Antiterrorista de EE.UU., Nicholas Rasmussen. «Los campos de batalla de Irak y Siria proporcionan a los militantes extranjeros experiencia de combate, entrenamiento en armamento y explosivos, y acceso a redes terroristas que pueden estar planeando atacar objetivos en Occidente», indicó.
Esta institución calcula que en estos momentos el número de combatientes extranjeros en el Estado Islámico supera los 20.000 hombres (varios miles más que los estimados anteriormente), de los cuales 3.400 proceden de países occidentales. Una tendencia que Rasmussen calificó de «clara y preocupante».
Fuente [Abc.es]