El popular churro de la rica repostería que se hace en España es ya el dulce de moda en Indonesia, donde lo conocen como el "donut español".
El artífice de que el churro cause sensación entre los indonesios se llama Kent Rusli, un joven emprendedor nacido de este país y un enamorado de España y de su gastronomía, que abrió hace unos meses en un centro comercial la primera "Churrería. Spanish Chocolatería" de Yakarta, la capital del país asiático. "Mi primer contacto con los churros se remonta a un viaje de turismo a Madrid, donde un día tras otro veía colas muy largas ante un pequeño local, al que me atreví a entrar, así los descubrí", relata Rusli.
Después de probar el dulce, Rusli quedó tan prendado de este típico producto de la repostería española que regresó a diario al mismo establecimiento para merendar con churros hasta que finalizaron sus vacaciones.
El empresario, fascinado por su sabor y textura, enseguida se percató que su descubrimiento le había abierto la "oportunidad de hacer un negocio" en su país, donde como en otros de la región asiática la gente se inclina por los sabores dulces.
A su vuelta a España y ya determinado a explotar el potencial del churro tras consultar libros de gastronomía y estudiar las recetas, adquirió la maquinaria que necesitaba para hacer pruebas de sabor y de textura, y poder montar así la churrería. "De aquellas pruebas resultó un churro ortodoxo aunque un poco más largo y ligero que el tradicional y, definitivamente, con menos aceite", precisa el churrero indonesio.
Para adaptar esta "fruta de sartén" a los gustos locales, la "Churrería" se aleja del tradicional binomio chocolate con churros propio del invierno y ofrece la opción de mojarlos en infinidad de aderezos que sientan mejor con el intenso calor tropical del archipiélago asiático. Los clientes degustan churros espolvoreados en azúcar o canela y acompañados de helado, frutos secos, natillas, dulce de leche y "fondues" frías hechas con diferentes tipos de chocolate.
"Están riquísimos"
Pero fue una bloguera indonesia llamada Ta-chan, quien fascinada por el sabor del churro, hizo que se le conozca por el "donut español". "Cuando supe que habían abierto una churrería en Yakarta me entraron ganas de abrazar de felicidad al dueño, están riquísimos", dice la internauta. Los camareros, formados para utilizar la maquinaria con la que se hacen los churros, tienen además el cometido de explicar al cliente que entra por vez primera en el local que es lo que ha pedido y la forma de comerlos.
La extrañeza se disipa y la mayor parte de la clientela disfruta de su nueva experiencia gastronómica. Esta moda de comer churros se ha extendido aún más durante el Ramadán, el periodo de ayuno musulmán, cuando al atardecer la Churrería ha trabajado a destajo para atender los pedidos de familias que han celebrado banquetes en casa.
"Todas las tardes del Ramadán vienen musulmanes que nos encargan con antelación churros para compartirlos en la cena con su familia", explica Rusli.
En Indonesia, donde es habitual acabar las horas de ayuno o "iftar" al anochecer llevándose al estómago alimentos dulces, la delicia española compite con otros postres típicos como los dátiles y el "kolak", una sopa de azúcar de palma, leche de coco y frutas.
Rusli está feliz del éxito, tanto que en unas pocas semanas este abrirá una segunda churrería en Yakarta y planea extender el negocio al resto de las islas de este país de 245 millones de habitantes.
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