La Mesa de la Unidad Democrática le está marcando la pauta al gobierno. Y eso es muy bueno que ocurra. Durante muchos años, Hugo Chávez marcó la pauta política e informativa del país. Teníamos una oposición reactiva, que sólo hablaba después que hablaba Chávez. Ahora tenemos una oposición pro activa, que marca la agenda, y que hace que el Jefe de estado tenga que responder y defenderse.
Chávez le teme a la MUD. Pero más que a la MUD, le teme a la Unidad de las fuerzas democráticas del país y a la unidad de todos los venezolanos que queremos un futuro diferente para Venezuela. Por eso ataca a la MUD y la asocia con EEUU, tratando de restarle credibilidad y debilitar la fuerza que ha cobrado la mesa, no solamente como una instancia política y referencia opositora, sino como un fuerte bastión de lucha por la recuperación de la democracia venezolana.
La MUD está marcando la agenda política venezolana. La creación de una Tarjeta de la Unidad y las recientes denuncias hechas por valientes diputados de la AN, han hecho que Chávez y sus focas de la Asamblea Nacional hayan tenido que dar muchas explicaciones al país. Y la lucha apenas está comenzando.
La MUD debe enfrentar grandes desafíos antes de culminar con éxito la dura tarea de derrotar electoralmente a Hugo Chávez. Uno de esos desafíos es desenmascarar al Consejo Nacional Electoral. El CNE como todo el mundo lo sabe, no es un organismo imparcial. Todo lo contrario, es la oficina electoral particular de Hugo Chávez.
El CNE anunció la adquisición de 12 mil nuevas máquinas captahuellas para las próximas elecciones. Ese anuncio tiene una sola finalidad: volver a revivir el fantasma de las captahuellas y el terror que le da a alguna gente pensar que le puedan descubrir por quien votó. Afortunadamente, la gente ya no se traga ese cuento.
La actuación de la MUD frente al tema de las captahuellas ha estado caracterizada por la prudencia. Esa actitud, cuestionada por algunos actores políticos, tiene su razón de ser: rechazar la compra de nuevas máquinas captahuellas puede ser visto como un ataque a la credibilidad del CNE. Pero no se puede atacar al CNE y pedirle al mismo tiempo que apoye a la MUD y la asesore técnicamente en la realización de las elecciones primarias del 12 de febrero de 2012. Esa contradicción puede no ser entendida por los electores.
No pronunciarse en torno a la compra de nuevas captahuellas tiene sus riesgos: algunos podrían creer que la MUD avala la actuación de un cuestionado CNE. Pero emitir un pronunciamiento contra las nuevas captahuellas también tiene sus riesgos: atacar las actuaciones del árbitro electoral hace que alguna gente pierda credibilidad en el CNE y ello a su vez podría aumentar los niveles de abstención.
Por tanto, la estrategia de la “prudencia” pareciera ser, en este caso, riesgosa, pero acertada. Mantenerse en el centro de la polémica, sin rechazar la compra de nuevas máquinas, pero tampoco sin apoyarla abiertamente, no expone a la MUD ni la somete a una situación embarazosa ante la opinión pública venezolana.
La abstención, que en las elecciones presidenciales de 2006 fue de 25,3% según los resultados ofrecidos por el CNE podría aumentar en 2012 si la MUD cuestiona la adquisición de las nuevas captahuellas. Pero si las apoya, afianzará la credibilidad del CNE y no podrá cuestionar los resultados de 2012 si estos no son favorables al candidato que apoye la MUD.
La MUD debe manejarse con sumo cuidado. No se puede caer en provocaciones ni embestir los trapos rojos que le pondrá en el camino el Presidente Chávez. Pero ojo: tampoco se puede avalar el comportamiento del CNE. Hay que entender que ese organismo está parcializado y que todos sus movimientos están destinados a favorecer a Chávez. He ahí un gran desafío que, con seguridad, sabrán manejar las personas que están al frente de la MUD.
GUSTAVO AZÓCAR ALCALÁ