Quizás sin darse cuenta, Nicolás Maduro está dejando muy mal parado al difunto ex presidente Hugo Chávez. Maduro ha emprendido lo que él mismo ha llamado una batalla quijotesca contra la corrupción, y ha mandado a la cárcel a ex funcionarios del gobierno que fueron nombrados en sus cargos por Chávez, con lo cual, sin querer queriendo, como decía el Chavo, prácticamente le está diciendo a los venezolanos que Chávez toleraba la corrupción y se hacía la vista gorda frente a los corruptos.
Maduro ofreció un discurso hace poco en el que, palabras más palabras menos, dijo “voy a darle duro a la corrupción (…) a mí nadie me va a chantajear”, con lo cual dejó entrever que el difunto Hugo Chávez no tuvo mano dura contra los corruptos, y que, probablemente, se dejó chantajear por estos. Hasta donde se sabe, durante el gobierno de Hugo Chávez no hubo un solo preso por corrupción. Todos los que fueron denunciados por estar presuntamente incursos en hechos de corrupción fueron sacados del gobierno por la puerta de atrás, pero nunca fueron investigados ni llevados a prisión.
Ejemplos de lo que hizo Chávez con los presuntos corruptos son: William Fariñas, ex presidente del Fondo Unico Social, denunciado por presuntos malos manejos administrativos, quien fue nombrado embajador y luego candidato a gobernador de Nueva Esparta. Henry Rangel Silva, denunciado por sus presuntos vínculos con el narcotráfico internacional, quien fue nombrado general en jefe y luego candidato a la Gobernación de Trujillo. Y Tareck El Aisami, cuyo hermano fue denunciado por poseer cuentas bancarias con millones de dólares en el exterior, y quien fue premiado con la Gobernación del estado Aragua.
Durante los 14 años de gobierno de Hugo Chávez, fueron decenas de miles las denuncias de corrupción que se hicieron, pero ninguna llegó a feliz término. Chávez prefirió hacerse el loco antes que permitir que su gobierno fuera vinculado con presuntos hechos de corrupción. Hoy día, Nicolás Maduro pretende demostrar a los venezolanos que, en materia de corrupción administrativa, no hará como Hugo Chávez. En pocas palabras, el hijo y heredero de Chávez, el mismo que dice amar al comandante, el mismo que se viste igual que el comandante, el mismo que imita las poses, las frases y hasta los chistecitos del comandante, ahora quiere diferenciarse y desmarcarse de su padre político.
Maduro ordenó detener a un funcionario del Seniat, a un ex presidente de Ferrominera y a un ex gobernador de Guárico, por presuntos hechos de corrupción. También se detuvo a varios funcionarios del Bandes y a otros empleados de menor rango, quienes han sido colocados como dignos ejemplos de la batalla anticorrupción. Pero hasta ahora, sólo han sido apresados peces muy pequeños. La batalla anticorrupción de Maduro y compañía no ha tocado a los peces gordos, muchos de los cuales todavía se encuentran enchufados en el gobierno.
Desde la Asamblea Nacional, el diputado Diosdado Cabello, aspirante a sucesor de Nicolás Maduro, también ha emprendido su propia batalla contra la corrupción. Cabello ha decidido cortar la cabeza a varios diputados de la AN que, según su propio criterio, han incurrido en presuntos hechos dolosos.
Para los venezolanos de a pie, lo increíble no es que Nicolás Maduro y Diosdado Cabello hayan emprendido una lucha contra la corrupción. Lo verdaderamente increíble es que quienes lideran la supuesta batalla contra la corrupción, especialmente en la AN, son dos de los personajes más corruptos que hayan existido en toda la historia republicana de Venezuela: Diosdado Cabello y Pedro Carreño. El primero, acusado de desfalcar cientos de millones de bolívares mientras fue gobernador del estado Miranda, y el segundo, acusado de malversar cientos de millones de dólares mediante un contrato que le otorgó a los cubanos para que realizaran 8 millones de cédulas venezolanas, las cuáles nunca se hicieron.
La supuesta lucha contra la corrupción es una tremenda farsa. Maduro mandó a meter preso a un ex gobernador chavista para tener la excusa para luego meter presos a Pablo Pérez, Pérez Vivas y Salas Feo. Por su parte, Diosdado Cabello no está luchando contra los corruptos. Cabello lo que quiere es obtener a cómo dé lugar la mayoría calificada que le permita designar a los nuevos rectores del CNE y a los nuevos magistrados del TSJ.
El plan ejecutado por Cabello e ideado en La Habana está clarito: comenzó con Wilmer Azuaje. Luego fue William Ojeda (Petare). Siguió con Hernán Núñez (Sucre). Después vinieron Ricardo Sánchez (Miranda), Andrés Avelino Alvarez (Lara) y Carlos Vargas (Anzoátegui). Más tarde vino Juan Carlos Caldera (Miranda), después Heliodoro Quintero (Zulia). Y ahora es Richard Mardo (Aragua). Mañana vendrán María Corina, Ismael García y muchos más.
La supuesta batalla anticorrupción de Maduro, Diosdado y Carreño es una burla. Es una excusa para meter en la cárcel a los opositores y premiar con nuevos cargos a los corruptos que están en el gobierno.