Ya no me queda ninguna duda: la revolución avanza. De aquel escándalo ocurrido el 4 de agosto de 2007, provocado por una sola maleta, la que llevaba Guido Antonini Wilson, cargada con 790 mil 950 dólares, hemos pasado a un nuevo escándalo, esta vez, por 30 maletas, cargadas de 1382 kilos de cocaína, decomisados en un avión de Air France, en el aeropuerto de París.
Pero fíjense ustedes: hace 6 años los delincuentes de cuello rojo de la revolución eran más recatados, cometían sus fechorías con una sola maleta, en un vuelo charter, con muy pocos pasajeros y en un aeropuerto de mediano tráfico: el aeroparque Jorge Newberry de Buenos Aires.
Seis años después, las cosas han cambiado. Los delincuentes de cuello rojo de la revolución se sienten tan sobrados, tan poderosos, tan seguros de sí mismos, que son capaces de enviar 30 maletas llenas de droga en un avión con 250 pasajeros hasta un terminal tan congestionado y lleno de gente como el aeropuerto Charles de Gaulle en París.
La revolución avanza: la maleta de Antonini Wilson llevaba 750 mil dólares. Las 30 maletas decomisadas en París llevaban 270 millones de euros. Eso se llama crecimiento económico, algo que hace mucho tiempo, a pesar de las cifras maquilladas del INE y del BCV, no se ve en la economía venezolana.
Las 30 maletas incautadas en París demuestran una sola cosa: Venezuela se ha convertido en un narco estado. Introducir en un avión de Air France la cantidad de 1.382 kilos de cocaína en las narices de ese mar de gente que se mueve en el aeropuerto internacional de Maiquetía confirma claramente que el narcotráfico se encuentra metido hasta los tuétanos en las principales instituciones de este país y que el gobierno de Nicolás Maduro no sólo se muestra incompetente para combatirlo, sino lo que es peor, pareciera ser cómplice de la pandilla.
Cuando leo las noticias respecto al decomiso de esta enorme cantidad de droga, pienso en los efectivos de la Guardia Nacional apostados en diferentes alcabalas colocadas en las carreteras del país, en los terminales de pasajeros y en las calles y avenidas de las ciudades, deteniendo vehículos y autobuses para ver si alguna persona lleva consigo 10 gramos de marihuana. Ellos buscando unos gramos en los bolsillos de gente inocente y en Maiquetía pasan 1300 kilos de un solo carajazo.
La droga decomisada en París, según han informado los diferentes medios de comunicación, viajaba en 30 maletas que fueron embarcadas en el avión sin pasar por los diferentes controles de seguridad que operan en el aeropuerto. Eso quiere decir, entre otras cosas, que la tan cacareada seguridad de Maiquetía es una farsa, una burla, por cuanto sí es posible meter 30 maletas llenas de droga en un avión sin que nadie haga nada, mañana también podrán meter una bomba y acabar con la vida de cientos de pasajeros inocentes.
Quienes hemos tenido la oportunidad de viajar a través de la terminal internacional de Maiquetía, sabemos perfectamente cómo torturan allí a los pasajeros. En un vuelo con destino a México, funcionarios de la Guardia Nacional abren las maletas de los pasajeros antes de embarcar. En ocasiones, estos funcionarios le quitan hasta el plástico a las maletas de algunos pasajeros con el argumento de que son “medidas de seguridad”.
En otras oportunidades, mientras los pasajeros ya se encuentran dentro de la terminal, frente a la puerta de embarque, son llamados por los altavoces para que bajen hasta la zona de carga del aeropuerto, donde efectivos de la GN lo esperan para pedirle que abra el equipaje una vez más. Allí, hacen que el pasajero abra la maleta y lo someten a una segunda requisa para ver si lleva drogas, armas o explosivos.
Minutos antes de entrar al avión, efectivos de la GN, apostados casi en la entrada de la aeronave, requisan nuevamente a los pasajeros. Los hacen abrir nuevamente sus bolsos, maletines y carteras para cerciorarse de que no llevan nada ilegal. En total, son por lo menos tres requisas que debes aguantar antes de abordar la aeronave y poder viajar tranquilo.
Es evidente que eso no lo hacen en todos los vuelos y muchos menos en aquellos vuelos donde la mano peluda del denominado Cartel de los Soles ha decidido enviar la droga. Mientras los perros antidrogas y la GN pierden su tiempo requisando un vuelo que no lleva nada. En la zona de carga hay gente metiendo 30 maletas llenas de cocaína con destino a París.
Lo mismo pasó con Antonini Wilson. Para viajar al exterior Cadivi le da a cada venezolano 3 mil 400 dólares al año. Pero Antonini llevaba 790 mil dólares en efectivo para la camarada Cristina. Para Antonini y muchos otros burócratas y ladrones de cuello rojo que viajan al exterior no existe control. Para los narcos tampoco.
Gustavo Azocar Alcalá
San Cristóbal, 28 de septiembre de 2013