Hace un par de semanas le escribí una carta, donde le exigí, en mi condición de ciudadano de este país, que nos diera una explicación con relación a los extraños negocios en los cuales la involucran a usted allá en Buenos Aires, con una empresa llamada Bioart S.A. y unas misteriosas importaciones de arroz, que de acuerdo con la prensa argentina, fueron facturadas con un sobreprecio superior a los 15 millones de dólares.
Pero al igual que lo hizo su difunto padre, desde que asumió la Presidencia de la República, para desgracia de mi país, en 1999, tal parece que a usted también le resbala que un ciudadano común y corriente como yo, le exija informar lo que están haciendo con el erario público. Los Chávez parecen destinados por la providencia a creer que pueden hacer con el dinero de todos los venezolanos lo que les venga en gana, sin tener que rendirle cuentas a nadie.
Excelentísima Embajadora: con el debido respeto, debo decirle que usted y su familia tienen muchas cuentas que rendirle a este país. Esa rendición de cuentas tendrán que hacerla ahora, por las buenas, de acuerdo con las normas que la Constitución y las leyes de la República establecen, o tendrán que hacerla luego, quizás dentro de unos meses, o algunas semanas, cuando este desastre de gobierno del que usted y toda su familia forman parte, termine de venirse al suelo.
Usted tendrá que explicar, por ejemplo, cómo es eso que sigue viviendo y durmiendo en la Residencia Presidencial La Casona, cuyas instalaciones están destinadas, única y exclusivamente para el uso y disfrute de la familia “presidencial”. También tendrán que explicar, como es eso que usted y su familia se gastan la bicoca de 2 mil 258 millones de bolívares al año (cerca de 357 millones de dólares, a razón de 979.344 dólares diarios) por vivir en «La Casona», sin incluir billetes de avión ni viáticos de viajes, según denunció el diputado de Proyecto Venezuela, Carlos Berrizbeitia.
Excelentísima Embajadora: según una investigación llevada a cabo por el parlamentario, usted y su hermana Rosa Virginia (junto con el resto de la familia Chávez que vive en La Casona) se gastan diariamente 2.6 millones de euros, o lo que es lo mismo: 3.4 millones de dólares. Según Berrizbeitia, la residencia presidencial La Casona tiene un presupuesto asignado en el año 2014 de 2.258 millones de bolívares , que al cambio del Sicad 2 son 357.3 millones de dólares.
En un país donde la gente tiene que hacer colas para conseguir papel sanitario; mostrar la partida de nacimiento para que le puedan vender pañales desechables; caerse a carajazos para comprar un pote de leche en polvo y ahora, poner el dedo pulgar en una máquina captahuella para que le puedan vender los productos de la canasta básica, lo que ustedes gastan en La Casona es una vulgaridad, una inmoralidad, una grosería y una bofetada.
Excelentísima Embajadora: como si todo esto fuera poco, a usted la acaban de nombrar nada más y nada menos que en uno de los cargos más apetecidos de la diplomacia venezolana. Le confieso que muchos venezolanos, dentro de los cuales me incluyo, no tenemos ni idea de cuál es su profesión. No sabemos si usted es ingeniero, economista, médico, psicoanalista o parasicóloga. Hasta el día de hoy, muy pocos en este país, por no decir que nadie, ha visto su hoja de vida, o mejor dicho, su currículo, eso que la acredita a usted para ser la representante diplomática de Venezuela en la ONU.
El currículo de la flamante embajadora alterna en la ONU pareciera estar guardado en la misma caja fuerte donde reposa la partida de nacimiento de Nicolás Maduro. Esas son las grandes contradicciones de la revolución: en algunos comercios de Maracaibo, le piden la partida de nacimiento a las madres de los niños para que puedan comprar 2 paquetes de pañales. Pero la partida de nacimiento de Maduro brilla por su ausencia. En Pdvsa, nadie puede ingresar a un puesto a menos que lleve el currículo firmado por Rafael Ramírez o Diosdado Cabello. Pero usted, que al parecer no tiene currículo, es embajadora en la ONU.
La prensa internacional ha informado que Nicolás Maduro y usted estarán en la 69 Asamblea General de la ONU, el 26 de septiembre en Nueva York. Se habla de un jugoso contrato a una empresa de relaciones públicas para montar el gran show: su presentación en sociedad como diplomática. Hay gente desesperada buscando hotel y apartamento de lujo para que usted pueda vivir “cómodamente” en la gran manzana.
Excelentísima Embajadora: supongo que usted debe estar feliz por dos razones: primero, ya no tendrá que seguir viviendo en Caracas, junto a la chusma. Y segundo, al menos ya tiene cómo justificar sus viajes y sus gastos suntuosos. Su padre, que en paz descanse, tenía razón: ser rico es muy malo.
Por Gustavo Azocar Alcalá