El calabozo de la libertad: «¿Alguien quiere tumbar a Maduro?», por @GustavoAzocarA

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Gustavo Azocar @GustavoAzocarAEl castro-chavismo-madurismo está atravesando su peor crisis. La muerte del paramilitar José Miguel Odreman, ocurrida esta semana en un edificio de Quinta Crespo, ha desatado los demonios dentro del oficialismo y ha puesto en evidencia una cruda realidad que muchos venezolanos presentíamos, pero que hasta hace apenas algunas pocas horas no podíamos probar.

La muerte de Odremán puso en evidencia varias cosas: 1) que los colectivos promovidos, estimulados, organizados y alentados por el gobierno de Hugo Chávez para que “defendieran la revolución” han acumulado mucho mas poder del que se les había dado originalmente, convirtiéndose en un estado, dentro del estado. 2) que los colectivos están actuando de forma anárquica e independiente, desarrollando sus propios planes, e incluso, conspirando contra el propio gobierno de Nicolás Maduro, a quien no reconocen como líder de la revolución. Y 3) que la cúpula militar que maneja el poder en Venezuela, liderada por Miguel Rodríguez Torres, no está dispuesta a compartir ni un sólo milímetro de ese poder con los colectivos y grupos paramilitares.

Detrás del asesinato de José Miguel Odreman se esconde una puja por el poder entre los militares que controlan y sostienen al gobierno de Nicolás Maduro y los grupos paramilitares fundados por Hugo Chávez, los cuales se han creído el cuento de que ellos son los verdaderos defensores de la revolución.

Los colectivos, que se crearon luego del golpe de estado del abril de 2002, para defender a Chávez y al proceso revolucionario, han acumulado a lo largo de estos años, mucho más poder del que se les dio inicialmente. Estos grupos, fueron creados para una sola misión: contener las protestas y manifestaciones populares que se hicieron durante más de diez años contra el gobierno de Hugo Chávez. A los colectivos se les dio armamento, motos y dinero para que salieran a las calles a amedrentar y atemorizar a la gente descontenta que tomaba las calles.

Chávez supo utilizar a los colectivos y nunca dejó que estos hicieran mucho mas allá de lo que les estaba permitido. Su trabajo estaba perfectamente delimitado. Pero con Nicolás Maduro la cosa ha cambiado. Maduro no tiene el carisma, ni el liderazgo, ni el poder que tuvo Hugo Chávez. Los colectivos no ven a Maduro como un jefe político y mucho menos como un líder de la revolución, y ello ha hecho que estos grupos paramilitares hayan empezado a actuar por su propia cuenta y riesgo.

El resultado ha sido la anarquía. Cada grupo paramilitar hace lo que quiere. Y esto ha traído serios problemas al gobierno. Aunque parezca mentira, hay colectivos conspirando para salir de Maduro. El primer enfrentamiento entre colectivos y el gobierno surgió a raíz del Plan Desarme. El Ministro Miguel Rodríguez Torres le anunció al país recientemente que su despacho estaba “conversando” con 16 jefes de bandas criminales para que entregaran las armas. Lo que no dijo Rodríguez Torres es que los jefes de esas bandas eran al mismo tiempo los jefes de los llamados colectivos, entre ellos José Miguel Odreman. Los colectivos se negaron a entregar las armas y allí empezaron los problemas.

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Señores, tal parece que no es la oposición la que quiere tumbar a Maduro. Son los colectivos, que no lo reconocen como líder. Quien quiera encontrar la verdad en todo este asunto, sólo tiene que leer las delicadas acusaciones formuladas antes de morir por José Miguel Odreman, quien apenas una hora antes de que lo mataran a sangre fría, acuso al ministro Miguel Rodriguez Torres por lo que pudiera pasarle.
Odreman dijo ante las cámaras de televisión: “No vamos a permitir esta anarquía(…) La comisaría de El Paraíso es una comisaría corrupta (…)Ya basta de perseguir a los movimientos sociales (…) basta de que nos sacrifiquen». El difunto líder paramilitar denunció  la supuesta existencia de videos donde se evidenciaría que Carmelo Chávez, otro de los colectivos, presuntamente fue dado de baja «ilegalmente, no tenía ni un arma». Estableció una relación directa entre el allanamiento al edificio Manfredi y el caso Serra: «las matemáticas no fallan».

Dijo que a Carmelo Chávez “lo mataron vilmente durmiendo” y que los dispositivos donde quedaron registradas dichas acciones fueron sustraídas por los integrantes del mencionado cuerpo policial de la Comisaría El Paraíso”.
También están las declaraciones de Yamileth Dávila, hermana de Odreman, quien dijo que su hermano habría recibido hasta 32 disparos, y se encontraba desnudo cuando ella llegó al Hospital Vargas. Dávila dijo: “A mi hermano lo mataron por decir la verdad, él no era delincuente, trabajaba por la comunidad”.

Sumen a eso las denuncias de Migdalia Bernal, madre de Michael Contreras Bernal (32), otro de los colectivos asesinados en Quinta Crespo, quien declaró a los medios que «la revolución mandó a matar a mi hijo. Ellos ordenaron esta masacre». La mujer se dirigió al ministro de Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, a quien le dijo “así no se desarma ni se allana a los colectivos”.
Como muy bien lo dijo Odreman: las matemáticas no fallan. No es la oposición la que quiere tumbar a Maduro. Son los colectivos. Bien lo dice aquél viejo refrán:  cría cuervos y te sacaran los ojos.

Por Gustavo Azocar Alcalá

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