El Calabozo de la Libertad: «Abstenerse no es el camino», por @GustavoAzocarA

Reza un viejo refrán popular que el hombre es el único animal que tropieza con la misma piedra dos veces. Y créanme: algo debe haber de cierto en esa vaina, porque si uno se pone a revisar la historia, encontrará cientos de ejemplos para demostrar que esa frase refleja la pura verdad.

En Venezuela, por ejemplo, ese dicho popular puede comprobarse fácilmente con sólo revisar la historia política reciente. Han pasado 14 largos años desde que Hugo Chávez llegó al gobierno, y aunque parezca mentira, todavia seguimos cometiendo los mismos errores que le han servido al comandante golpista para mantenerse y perpetuarse en el poder.

Como diría mi abuela Julia: hay dos tipos de seres humanos: los que definitivamente no aprenden y los que no quieren y se niegan a aprender. Esta reflexión la hago a propósito del dilema en el que se desenvuelven algunos venezolanos a raíz de la derrota sufrida por las fuerzas democráticas venezolanas el pasado 7 de octubre.

Los resultados de la elección presidencial han desatado, nuevamente, el fantasma de la abstención. Hay quienes no quieren votar el 16 de diciembre en las elecciones regionales. Gente que uno supone está clara en el problema político que afecta al país, dice que no va a votar porque, supuestamente, aqui ya no hay nada que hacer, y porque, votar no sirve absolutamente para nada.

A quienes piensan no ir a votar el venidero 16 de diciembre, habria que recordarles una vez más que en el año 2005, la abstención nos tiró por un barranco. Hace 7 años, durante la campaña para elegir nuevos miembros de la Asamblea Nacional, los promotores de la abstención convencieron a gran parte de Venezuela de que abstenerse era el camino.

Mediante una espeluznante campaña de medios y opinión, que puso contra la pared a la dirigencia política venezolana, los abstencionistas profesionales nos hicieron creer que con la abstención ibamos a acabar con el régimen de Hugo Chávez.

Recuerdo a muchos decir que con la abstención el gobierno de Chávez perdería legitimidad ante el país y ante el mundo, y que gracias a esa supuesta pérdida de legitimidad, los días del regimen estarían contados. Veniamos de una triste y lamentable derrota, sufrida en el referendo del año 2004, y los abstencionistas le juraron al país que habíamos perdido por trampa.

Junto a los abstencionistas, estaban también los archiconocidos promotores de la salida a corto plazo, los que siempre han creido que salir de Chávez es tarea fácil, los mismos que financiaron aquella locura de la Plaza Altamira, y los que siempre han pensado que esto no tiene otro camino que no sea verde oliva.

La historia ya es conocida por todos: gracias a la abstención, el oficialismo se quedó con las 165 curules de la Asamblea Nacional y desde allí, se aprobaron todas las leyes que permitieron a Hugo Chávez aumentar su concentración de poder. Gracias a la abstención del año 2005 el comunismo se apoderó de la totalidad de los poderes públicos. Todavía estamos esperando que se haga realidad la promesa de que Hugo Chávez perdería legitimidad.

El oficialismo sabe que una vez más el fantasma de la abstención anda merodeando las mentes de algunos demócratas. Y como lo sabe, ha puesto en marcha una campaña psicológica, amparada en decisiones adoptadas por el Consejo Nacional Electoral, como por ejemplo las 16 modificaciones al tarjetón y la miración ilegaly vulgar de candidatos del PSUV a las gobernaciones, para tratar de reforzar la teoría de que aqui todo está perdido. No caigamos en ese juego.

Abstenerse el 16 de diciembre sólo le producirá beneficios al oficialismo. Hay candidatos del PSUV, como Vielma Mora en Táchira; como Arias Cárdenas en Zulia, o como Ameliach en Carabobo, que sólo tienen chance de ganar si los opositores dejan de votar. Abstenerse es entregar los pocos espacios de poder que están en manos de la democracia al oficialismo. Por eso te pido que no te abstengas de votar el 16 de diciembre. Vota. La pelea es peleando.

Por Gustavo Azocar