Bailar alegra el espíritu y engrasa las piernas. En el caso de las personas mayores, el baile es uno de los ejercicios físicos más completos y motivantes. Por ello, siempre que sean capaces de realizarlo, es aconsejable que lo practiquen.
Al ser en grupo y tener un aspecto lúdico, los mayores hacen más ejercicio que de otro modoLo asegura la fisioterapeuta del grupo sociosanitario Igurco-IMQ, Icíar Martínez. Bailar tiene grandes ventajas ya que, entre otros aspectos, no es percibido como una obligación, al contrario que otros ejercicios que realizan las personas mayores para favorecer su movilidad. Así, su disposición para practicarla es mayor, según un artículo publicado en 20minutos.es.
«Su realización en grupo y el aspecto lúdico inherente al baile provocan que finalmente los mayores hagan más ejercicio del que hubieran hecho de otro modo», explica la experta.
Según Martinez, bailar es una actividad en la que se combinan distintos aspectos positivos, como son el trabajo del equilibrio, la movilización de las extremidades superiores e inferiores, la coordinación de la música con el movimiento corporal, y la afectividad, ya que normalmente se realiza en grupo.
Caminar siempre que se pueda
Existen diversos ejercicios que pueden ayudar a la prevención y tratamiento de diversos síndromes geriátricos como, por ejemplo, las caídas, la inmovilidad y la incontinencia urinaria.
Para quienes tengan buena capacidad para andar, se aconseja pasear todos los días una media hora seguida, a buena marcha, por superficies lisas y, si la persona es capaz, subir y bajar cuestas y escaleras.
En cuanto a la inmovilidad, dependiendo del paciente, se pueden hacer movilizaciones autónomas de las distintas partes del cuerpo, primero sin resistencia y luego con resistencia, de modo que aumente la fuerza muscular.
Finalmente, la fisioterapeuta recomienda mejorar la resistencia, trabajando los aspectos cardiovasculares y respiratorios; la fortaleza de los músculos, que dan seguridad y fortaleza al cuerpo de la persona mayor; el equilibrio, que previene caídas y se puede trabajar de múltiples formas; y, por último, la elasticidad, que permitirá a la persona mayor desempeñar con mayor facilidad muchas de las tareas habituales de la vida diaria.