La actitud dictatorial y antidemocrática de Nicolás Maduro y su séquito de incapaces ha llevado al mundo entero -a excepción de un puñado de aduladores interesados- a desconocer su gobierno, porque aunque no han desconocido aún la condición de presidente de Nicolás, sí han rechazado su más reciente invento de mecanismo de “gobierno”: la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente.
La declaración formal de 13 países que se realizó recientemente en Lima, Perú, no es poca cosa, y tampoco resulta ser un manifiesto muy limitado, por el contrario, lo amplio de su contenido pone en una situación de apremio -aunque lo nieguen públicamente- a la banda delincuencial que hoy pretende esclavizar al pueblo venezolano.
Es evidente que la dictadura ha posado todo el poder de gobierno en la ANC, y que sus actos pretenden ser incluso supraconstitucionales, sin embargo, las distintas declaraciones desde otras latitudes solo reconocen como aval constitucional y legal de los negocios jurídicos en Venezuela, el que sea realizado por nuestra Asamblea Nacional.
La dictadura ha caído en una dinámica de autodestrucción, pues en su afán de controlar absolutamente el poder, ha incurrido en el desconocimiento de su legitimidad por quienes en conjunto avalarían una conducta democrática: los países del mundo.
La Declaración de Lima trajo consigo 16 puntos que, de una u otra forma, aíslan a la dictadura del resto del mundo. Son 13 países que se han sumado al clamor mundial por la recuperación de la libertad y la democracia en nuestra Venezuela, y que en estos tiempos de globalización, no les resultará fácil al dictador y sus secuaces evitar las repercusiones de estos pronunciamientos que día a día se multiplican dejando en evidencia a un Estado forajido.
Todo esto nos va dejando un buen sabor de boca, pues resulta cada vez más difícil subsistir como gobierno de espalda al reconocimiento universal, y más siendo la nuestra, una economía que depende de transacciones internacionales.
Manuel Ferreira