Arthur C. Clarke escribió en 1948 un relato titulado “El centinela” que anticipaba la base de lo que posteriormente se convertiría en el guión de “2001, una odisea del espacio“, escrito a medias con el director de la película homónima, Stanley Kubrick.
En dicho relato el protagonista descubría en un escarpado repecho montañoso de la Luna una pirámide rodeada de un campo de fuerza que al atravesarlo disparaba una alarma, una señal enviada a una antiquísima civilización que millones de años atrás pasó por este rincón del Universo y como sistema de alerta por si alguna vez del fango primigenio de la Tierra salía alguna forma de vida inteligente decidió colocar un “detector” no en la superficie del planeta, donde podría ser activado de manera accidental, sino en nuestro satélite, al que llegaríamos si alguna vez aquí se desarrollaba una forma de vida que fuera inteligente y capaz de alcanzar un grado de avance tecnológico que le permitiera salir del planeta y además fuese tan civilizada como para emplear ese nivel tecnológico para el viaje interplanetario en vez de para la autodestrucción.
Por eso ahora hay científicos que abogan por la búsqueda de artefactos alienígenas en la Luna.
Paul Davis es profesor de la Universidad Estatal de Arizona, físico teórico y astrónomo y actualmente trabaja en el campo de la Astrobiología. Robert Wagner (nada que ver con el actor) es un investigador en el Centro de Exploración de la Tierra y el Espacio, y ambos han publicado de forma conjunta un texto en el que piden que se investigue la posible presencia de artefactos alienígenas en nuestro satélite.
La justificación para esta petición se basa en que en lugar de rastrear señales de radio, que según estos investigadores es un proceso con pocas probabilidades de éxito, sería más sencillo buscar pruebas tangibles del paso de alguna civilización alienígena por nuestro sistema solar, lo que de encontrarse causaría además un gran impacto.
Proponen que el LRO (Orbitador de Reconocimiento Lunar) en su trabajo de cartografiado fotográfico de nuestro satélite configure una base de datos que permita esta búsqueda arqueoalienígena.
Con más de 340.000 imágenes tomadas hasta ahora (y pronto superarán el millón) gracias al procesado múltiple mediante ordenador y con la participación de distintos analistas a través de la participación colaborativa desinteresada se podría analizar la posible existencia de estructuras artificiales en la Luna.
En el proceso saldríamos ganando de igual manera aunque finalmente no se logre encontrar nada que indique que ET pasó por allí debido a todo lo que aprenderíamos de la superficie de nuestro satélite.
Davisy Wagner opinan que de haber algún vestigio estaría bastante bien preservado debido a la escasa actividad existente en la Luna.