Luego de lo vivido durante las extenuantes jornadas electorales del 2012, las fuerzas de la disidencia democrática deben hacer una pausa de reorganización en búsqueda de la mayor orientación posible en medio del actual desierto que a los altos jerarcas de este factor político nacional le toca transitar o mejor dicho encabezar.
Muchas evaluaciones de ayer se volvieron cenizas hoy, muchas especulaciones pre-electorales jamás vieron la luz del sol postelectoral; ante esta dinámica realidad los voceros de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) deben darle un golpe de timón a la nave que conducen y llevarla por fin a un puerto seguro.
La convulsionada realidad que padecemos en este momento aliñada por las atrocidades sociales y económicas que adelanta el transitorio y de facto gobierno de Nicolás Maduro dibujan un escenario más desalentador, pero no es la hora de lamentaciones, no es el momento de pensar sobre el ¿por qué no pasó tal o cual cosa? o ¿qué ocurrió con los pronósticos de arena que se derrumbaron con el primer roce de la marea?, sino por el contrario las circunstancias ameritan un lánguido pensamiento hacia el futuro y a la medida que la prudencia indique activar las acciones más satisfactoria para alcanzar el objetivo anhelado.
Los diversos candidatos de la unidad democrática para las alcaldías, por lo menos en Anzoátegui aunque debería ser una constante en toda la república, deben abrir las alamedas y dar demostraciones reivindicadoras de su actual condición de unificadores de las fuerzas de la democracia, y si esto no puede llevarse adelante y son más bien los intereses mezquinos los que se imponen, serán ellos y más nadie los responsables de un desenlace fatídico para los venezolanos que añoramos un cambio en nuestra realidad.
La selección de los candidatos a concejales debe realizarse con el acierto de ampliar las bases democráticas, debe ser un ejemplo de desprendimiento y de cordialidad política, los liderazgos locales que no lograron imponerse en las primarias pero que dejaron un hondo sentimiento de empatía, respeto y consideración en sectores importantes de las bases democráticas deben ser tomados en cuenta y colocados en el justo lugar que se merecen.
Hombres de la talla de Luis Valor en MacGregor, de Luis Gil en Guanta, de Manuel Castellano en Bruzual, de líderes incipientes como Armando Armas en Lechería deben ser incorporados en esta nueva cruzada que se adelantar por el rescate de la nación.
La democratización del país debe iniciarse, como lo dijo Marcos Figueroa en una rueda de prensa en el mes de enero pasado, desde los municipios, pero además, agrego humildemente, debe ser inyectada con la vitamina de la pluralidad e incentivada por la reorganización pensante, y prudente de los pasos que se tienen que dar para lograr el cometido que no es otro que conseguir la mayor cantidad de espacios posibles para el nacimiento de otra Venezuela más de todos, con más porvenir.
José Dionisio Solórzano